un pilar fundamental para la infraestructura de Colombia / Análisis
– Tinta clara
noviembre 17, 2025
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Colombia ha construido buena parte de su moderna red de infraestructura gracias a un instrumento clave de política pública: la vigencia futura. Este mecanismo, consagrado en la Ley
Colombia ha construido buena parte de su moderna red de infraestructura gracias a un instrumento clave de política pública: la vigencia futura. Este mecanismo, consagrado en la Ley 819 de 2003, permite la asignación de fondos del presupuesto nacional o territorial después del presente ejercicio fiscal, dando previsibilidad a proyectos de largo plazo y garantizando que las obras de infraestructura trasciendan los ciclos políticos y presupuestarios.
En un país con restricciones fiscales y grandes brechas de conectividad, el transporte por carretera es, sin duda, una de las innovaciones institucionales más importantes para impulsar el desarrollo vial en las últimas dos décadas.
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Su relevancia se explica por tres razones básicas. En primer lugar, porque Permiten la planificación de inversiones plurianuales dentro de la sostenibilidad fiscal, ya que están ancladas en el ‘marco fiscal de mediano plazo’ y el ‘marco de gasto de mediano plazo’. De esta manera, los proyectos no dependen de las fluctuaciones anuales de la ley de presupuesto, sino que forman parte de una visión de mediano y largo plazo acorde con los objetivos de desarrollo.
Luis Fernando Mejía, Director Ejecutivo de Fedesarroll. foto:Néstor Gómez. Tiempo
En segundo lugar, porque generan confianza entre inversionistas, financistas y concesionarios, al representar el compromiso soberano del Estado colombiano de honrar los pagos realizados, incluso después del período gubernamental en que se originan. Y, en tercer lugar, porque permitió el desarrollo de esquemas de asociaciones público-privadas (APP), que requieren flujos predecibles para su cierre financiero y ejecución a largo plazo.
Los resultados son elocuentes. Gracias a su vigencia futura, Colombia ha podido implementar una agenda de infraestructura sin precedentes. Se estima que más de 8.000 kilómetros de corredores viales han sido financiados, en gran parte, a través de este instrumento, movilizando inversiones por más de 70 mil millones de pesos.
Proyectos emblemáticos como Carretera al Mar 1 y 2, Sisga transversal, Pacífico 1, Antioquia-Bolívar y Conexión Norte, entre muchos otros, fueron posibles gracias a la capacidad del Estado para comprometer recursos futuros de manera responsable. Sin validez futura, la escala y velocidad del programa de concesión 4G y ahora el programa 5G simplemente no serían posibles.
Además de contribuir directamente a la implementación de los proyectos, la vigencia futura fortaleció la credibilidad del Estado colombiano frente a los inversionistas nacionales e internacionales. La estabilidad y el cumplimiento de los pagos fueron factores decisivos para mantener el interés del sector financiero en los proyectos de APP.
Obras del 1 de marzo incluyen doble calzada a Santa Fe de Antioquia foto:Devimar
En un contexto global donde los países compiten para atraer capital para infraestructura, la reputación de cumplimiento del Estado colombiano es un activo invaluable. por lo tanto, honrar obligaciones derivadas de períodos futuros no es sólo una obligación legal y fiscal: es una señal de confianza institucionalrespeto a las reglas del juego y continuidad de las políticas públicas.
De ahí la importancia de evitar cualquier tentación de reinterpretar estas obligaciones como simples costos discrecionales. Las condiciones futuras son, por definición, una obligación contractual soberana, que debe incorporarse plenamente en la programación fiscal y presupuestaria.
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No hacerlo pondría en peligro la implementación de proyectos en curso, afectaría la percepción de riesgo del país y limitaría la capacidad del Estado para atraer nuevos inversores a futuras concesiones. En tiempos de restricción fiscal, la prudencia no puede confundirse con la irreverencia. La sostenibilidad de las finanzas públicas y de los contratos deben ir de la mano.
Sin embargo, el uso responsable de la validez futura requiere también una gobernanza rigurosa en su aprobación y seguimiento. El desafío es mantener la disciplina en la asignación de nuevas obligaciones, dando prioridad a aquellas enmarcadas en proyectos estratégicos, con estudios de factibilidad completos y una sólida estructura financiera.
El objetivo no debe ser multiplicar los períodos de vigencia, sino asegurar que cada peso comprometido se convierta en infraestructura de alta calidad, con claras ventajas en competitividad, productividad y equidad regional. Asimismo, es crucial fortalecer la transparencia y la coordinación interinstitucional entre el Ministerio de Hacienda, el Departamento de Planificación Nacional y la Agencia Nacional de Infraestructura, para asegurar que la programación de períodos futuros corresponda a criterios técnicos y no a presiones actuales.
Colombia debe continuar fortaleciendo el marco institucional para el financiamiento de infraestructura. foto:iStock
La validez futura también juega un papel importante en la gestión anticíclica de la inversión pública. En un contexto de menor crecimiento o restricciones financieras, este instrumento ha permitido mantener el ritmo de ejecución de proyectos y proteger el empleo en sectores intensivos en mano de obra como la construcción y la ingeniería. En este sentido, son una herramienta para la estabilidad macroeconómica así como para la política sectorial.
Mirando hacia el futuro, Colombia debe continuar fortaleciendo el marco institucional para el financiamiento de infraestructura, consolidando un marco de reglas que combine la responsabilidad fiscal con una visión de desarrollo. Los pasivos a largo plazo deben tratarse con la misma seriedad que la deuda pública porque, en esencia, representan pasivos potenciales del Estado. Mantener la confianza de los inversores, del sistema financiero y de los ciudadanos requiere coherencia entre lo que se promete, lo que se contrata y lo que realmente se paga.
En un país con enormes desafíos logísticos y de competitividad, donde los costos de transporte duplican el promedio de la OCDE y donde grandes regiones aún carecen de una conectividad adecuada, la validez futura seguirá siendo un pilar del desarrollo nacional. Su buen uso permitió la transformación de los corredores viales, el fortalecimiento de la economía regional y la creación de empleos en todo el territorio. Pero su valor más profundo radica en el hecho de que representan la promesa cumplida del Estado colombiano: construir un futuro con responsabilidad fiscal, estabilidad jurídica y una visión de largo plazo.