La transición energética progresa fuertemente, pero lo hace en una base frágil. Según la Agencia Internacional de Energía, En su último informeEste año se invertirán 3.300 millones de dólares en energía y solo el 12% irá a las redes. El desequilibrio es evidente. Y también preocupante.
Un desequilibrio preocupante. Según la IEAPor cada dólar destinado a producir electricidad, solo se invierten 40 centavos en redes de transporte. Hay aún más, los transformadores pueden llevar hasta cuatro años para estar disponibles. A eso se agrega un aumento preocupante. Desde 2018, los precios de los cables y los transformadores se han duplicado, lo que hace que la expansión de la infraestructura que respalde el sistema sea aún más difícil y costoso.
¿Existe el riesgo de apagón? La IEA ha dejado en claro: «La seguridad del emprendimiento requiere un rápido aumento en las redes». Una advertencia que resuena fuertemente en la península ibérica, que el informe menciona como un estudio de caso después del apagón de abril de 2025.
En cuanto al apagón, e incluso sin causas oficiales definitivas, todo indica que no fue causado solo por la baja inercia del sistema, como se sugirió inicialmente, sino por una cadena de fallas técnicas encadenadas. Sin embargo, lo que este incidente ilustra un problema estructural: hay una falta de inversión en tecnologías de infraestructura y soporte, como micro -redes o almacenamiento.. Sin una red reforzada y preparada para administrar un sistema eléctrico cada vez más complejo, puede sufrir interrupciones.
Un cuello de botella. Hay aún más, porque se agrega un desafío de capital humano a los problemas de inversión. IEA ha estimado que para 2030 habrá un déficit de 1,5 millones de trabajadores calificados en redes eléctricas. Esta escasez afecta las tareas clave, como la instalación de transformadores, sistemas digitales o control avanzado. Además, la planificación y los permisos son procesos lentos. Las redes requieren más que los cables: necesitan inteligencia, control distribuido y resiliencia contra las fallas.
¿Hay soluciones en el horizonte? IEA ha propuesto Dos líneas claras: por un lado, planes de red a largo plazo (mínimo de 10 años), como los que ya aplicaron en India, Brasil o Sudáfrica; Y por el otro, apostar por la digitalización, que ya representa el 25% de la inversión global en redes eléctricas.
La urgencia del refuerzo. La advertencia final del informe no deja interpretaciones: «Sin acción, las redes eléctricas serán el cuello de botella de la transición energética» sin una red moderna, robusta y preparada para administrar la energía limpia variable, la transición verde no solo será ineficiente: puede volverse inseguro. El crecimiento renovable no puede sostenerse en la infraestructura del siglo XX. Entonces, aquí subyace una pregunta bastante clara: ¿estamos reforzando nuestras redes eléctricas con la misma ambición con la que instalamos energías renovables, o estamos construyendo en terreno inestable?
Imagen | Miguel Á. Padriñán
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