Triple desafío que enfrentan las empresas colombianas
– Tinta clara
noviembre 6, 2025
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La incertidumbre ha vuelto a ser la norma en el clima de negocios de la región. Así lo confirma el III Estudio de Riesgos Empresariales Latinoamericanos 2025, elaborado
La incertidumbre ha vuelto a ser la norma en el clima de negocios de la región. Así lo confirma el III Estudio de Riesgos Empresariales Latinoamericanos 2025, elaborado por Marsh -empresa global de mediación de seguros y consultoría de riesgos- en alianza con Ipsos, que muestra al sector privado moviéndose entre la prudencia y el optimismo, enfrentando crisis sociales, políticas y económicas.
«Las empresas en América Latina viven en un constante estado de alerta, donde la incertidumbre política, económica y social se percibe como algo inevitable. Muchas veces actúan de manera reactiva, confiados en sus experiencias pasadas, pero no necesariamente preparados para nuevas crisis”, explicó José Ramón Ojeda, jefe del segmento corporativo de humedales de América Latina y el Caribe.
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El caso colombiano refleja claramente este panorama. Según el estudio, los riesgos políticos y regulatorios son la principal preocupación de los empresarios nacionales, con el 43 por ciento de las menciones. Le siguen los riesgos financieros, identificados por el 41 por ciento de los participantes.
«Esta percepción de inestabilidad y presión económica está provocando una considerable alarma, ya que podría afectar a la suscripción de seguros y dejar a las empresas más expuestas en un momento de gran incertidumbre”, dijo Miguel Barros, jefe del segmento corporativo de Marsh Colombia.
El informe también revela que tres desafíos internos centran la atención de la comunidad empresarial colombiana, todos con el mismo nivel de prioridad (48 por ciento): mantener bajos los costos para seguir siendo competitivos, retener el talento especializado y mantener o aumentar los ingresos ante una desaceleración. En conjunto, estos factores ejercen una intensa presión sobre las empresas para que sigan siendo rentables sin sacrificar su capacidad operativa o su base de talento.
El menor crecimiento económico va acompañado de una caída significativa de la productividad. foto:Carlos Arturo García
Región de contraste
Aunque la incertidumbre es el denominador común, cada país tiene sus propios focos de tensión.
En Brasil, los riesgos financieros (53 por ciento) son la principal preocupación, mientras que en México, los accidentes laborales ocupan el primer lugar (47 por ciento). Chile muestra el porcentaje más alto de preocupaciones sobre la inestabilidad política y regulatoria (58 por ciento), y Perú se destaca por las preocupaciones sobre la corrupción.
La diversidad de riesgos confirma que la gestión empresarial en la región sigue estrechamente vinculada al contexto local. En algunos países, el énfasis está en las variables macroeconómicas, mientras que en otros prevalecen los problemas institucionales o de seguridad.
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Sin embargo, hay un punto en común: la gestión del capital humano se consolida como un riesgo transversal. En América Latina, el 46 por ciento de las empresas lo identifica como un factor crítico, y en Colombia esa proporción se eleva al 53 por ciento, impulsada por la falta de talento especializado, los accidentes laborales y las dificultades para atraer y retener personal calificado.
Conciencia del riesgo
El estudio advierte sobre una brecha entre la percepción de alto riesgo y la capacidad real de respuesta. A pesar de seis de cada diez empresas latinoamericanas (62 por ciento) creen que están preparadas para enfrentar sus principales amenazas, en Colombia ese porcentaje baja a sólo el 44 por ciento.
Este rezago se explica en parte por una cultura de autogestión que lleva a muchas organizaciones a gestionar los riesgos internamente. De hecho, c.Cuatro de cada diez empresas de la región no cuentan con asesoramiento profesional en gestión de riesgos, lo que limita su capacidad para anticipar cambios y reducir pérdidas.
La continuidad del negocio se ha convertido en un importante impulsor de la reducción de riesgos. foto:MinCit
Aun así, hay señales de progreso. Según el informe, la principal motivación para actuar sobre el riesgo es garantizar la continuidad del negocio (77 por ciento), seguida de reducir costos y pérdidas (68 por ciento) y mejorar la eficiencia operativa (62 por ciento).
«Las empresas no actúan por miedo, sino por supervivencia. La continuidad del negocio se ha convertido en un importante motor de reducción de riesgos.» enfatizó Ojeda.
Entre las estrategias más comunes aplicadas por las organizaciones de la región se encuentran la implementación de programas de capacitación y desarrollo profesional (17 por ciento), la promoción de beneficios y bonificaciones por retención de personal (16 por ciento) y la contratación de seguros (14 por ciento). Sin embargo, el estudio destaca que la cultura de mitigación aún es baja, incluso ante amenazas conocidas como ciberataques o daños físicos a la infraestructura.
falta de seguro
El informe también muestra diferencias significativas en la cultura aseguradora. Mientras que Brasil y Perú muestran una protección de alto riesgo, Colombia y Chile tienen menos cobertura de seguro, principalmente porque no se ve como una prioridad o por la falta de una oferta adaptada a las necesidades de las empresas.
El 41 por ciento de las empresas colombianas que no están aseguradas afirma que no lo hacen porque «no es una prioridad» y otro 41 por ciento porque las opciones disponibles «no se adaptan a sus necesidades».
Las empresas necesitan pasar del “no puedo hacer nada” al “algo haré, aunque no sea perfecto: expertos”. foto:iStock
Esta situación hace que las empresas sean más vulnerables a eventos disruptivos, precisamente en un contexto en el que la inestabilidad política, la presión regulatoria y los cambios tecnológicos exigen una gestión cada vez más anticipatoria.
Pese a ello, el estudio identifica un elemento positivo: las empresas latinoamericanas mantienen una fuerte voluntad de adaptación. La mayoría reconoce los riesgos y, aunque muchos todavía no actúan de manera coherente, existe la conciencia de que la sostenibilidad a largo plazo depende de pasar de una gestión reactiva a una resiliencia proactiva.
«El gran desafío hoy no es identificar riesgos, sino cerrar la brecha entre conciencia y acción. Las empresas deben pasar del ‘no puedo hacer nada’ al ‘algo haré, aunque no sea perfecto'», concluye Ojeda.
En esta edición, el informe recoge las percepciones de 250 empresas de cinco países (Colombia, Brasil, México, Chile y Perú) y destaca que la gestión de riesgos empresariales sigue siendo un desafío central para la sostenibilidad de las organizaciones. A pesar de la experiencia acumulada en entornos volátiles, muchas empresas todavía no se sienten completamente preparadas para responder a nuevos escenarios de volatilidad.