Imagínate sentir eso nunca puedes hacer lo suficienteque cada minuto libre debe utilizarse para avanzar en algo productivo, incluso si tu cuerpo y tu mente piden descanso. Esta obsesión por mantenerse productivo cada minuto del día, cada vez más normalizada en la cultura contemporánea, es lo que Revisión de negocios de Harvard y otros expertos Lo llaman «productividad tóxica». Evítalo a toda costa, es todo menos productivo.
Lejos de ser una ruta directa hacia el éxito, especialistas en psicología coinciden en que este enfoque puede tener consecuencias negativas tanto para la salud física como mental, e incluso sabotear los logros que se consiguen cada día porque, según han revelado diferentes estudios psicológicos nunca es suficiente.
La productividad es solo una excusa
La productividad tóxica también se define como sesgo de acción o la tendencia a priorizar la acción sobre la inacción, incluso cuando esta inacción no produce ningún beneficio o no hay justificación que lo sustenta. En definitiva, es el impulso constante de «hacer», sacrificando muchas veces el bienestar físico y mental y las relaciones personales.
La productividad tóxica no sólo se manifiesta al trabajar horas extras más allá de la jornada laboral, sino que también aparecen sentimientos de culpa por dedicar tiempo a descansar, realizar actividades placenteras o sociales. Eso desequilibrio en los límites del tiempo de trabajo y el personal hace que algo que solía ser agradable ahora se convierta en un foco de ansiedad innecesaria y autoimpuesta.
De acuerdo a un estudio del departamento de psicología de la Universidad de Michigan vincula este sesgo con una forma de afrontar la ansiedad o la baja autoestima, donde «estar ocupado» sirve como una distracción de los pensamientos y sentimientos negativos.
De acuerdo a lo que se publicó por Psicología hoyEste tipo de sesgo tóxico de productividad es más común entre personas con altos niveles de perfeccionismo y autoestima enfocada al desempeño.
Perfeccionismo incomprendido
Este tipo de presión constante no sólo provoca agotamiento, sino que también deteriora la salud física y mental. Él metanálisis de Andrew Hill y Thomas Curran, de las Universidades de York y Bath, profundizan en los efectos de esta productividad tóxica. Por ejemplo, en su estudio definen dos dimensiones del perfeccionismo:
- Aspiraciones perfeccionistas (esfuerzos perfeccionistas): tener metas muy altas, querer rendir al máximo, buscar la excelencia, etc.
- Preocupaciones perfeccionistas: miedo a equivocarse, obsesión por las expectativas de los demás, autocrítica constante, etc.
La clave es que estas dos dimensiones suelen ir juntas en una misma persona. Alguien que se exige mucho a sí mismo (altas aspiraciones) también puede tener miedo de fracasar (preocupaciones), el resultado es cómo combinar fuego con gasolinay el resultado conduce a estados de ansiedad. Lo peor es que esta dinámica se retroalimenta en un ciclo continuo de fatiga y cada vez más trabajo en el que nunca eres lo suficientemente productivo.
Una de las señales de alerta que indica que la productividad tóxica está profundamente arraigada en tu vida es una progresiva pobreza de tiempo. Es decir, la sensación de que no tienes suficientes horas en el día. Diferentes estudios económicos, como el elaborado de la Fundación La Caixa han revelado que las mujeres (especialmente las que son madres) soportan un segundo turno de trabajo, y tienen más probabilidades de mostrar síntomas de productividad tóxica y pobreza de tiempo.
De acuerdo a las investigaciones de Slack, existe una relación directa entre establecer tiempos de descanso adecuados y mayor productividad. Sus registros revelaron que los empleados que cierran sesión al final de la jornada laboral reportan una productividad un 20% mayor que aquellos que se sienten obligados a trabajar fuera del horario laboral.
Romper ese ciclo de productividad tóxica significa reconocer y redefinir lo que, a nivel personal, se considera éxito y priorizar los descansos, el autocuidado y los límites saludables tanto en el tiempo laboral como personal.
La magnitud del problema: el agotamiento en números
En los entornos laborales se suele celebrar cuando alguien parece no frenar nunca o tener siempre un proyecto entre manos, pero este ritmo puede acabar siendo destructivo. De hecho, en muchos contextos todavía se asocia erróneamente el descanso con la pereza, y el agotamiento se toma como una señal de compromiso, percepción que Revisión de negocios de Harvard considerar profundamente equivocado.
Los datos son convincentes. Según datos del informe Tendencias globales de talento elaborado por la consultora Mercer en 2024, alrededor del 82% de la fuerza laboral mundial es susceptible de sufrir agotamiento laboral o «burnout» debido a cargas de trabajo excesivas. Esta cifra demuestra hasta qué punto presión para estar siempre activo Afecta a la mayoría de los trabajadores.
El agotamiento laboral va mucho más allá del cansancio ocasional; Es una consecuencia directa de una cultura que valora el trabajo por encima del bienestar. En muchos países, esto se traduce en jornadas extendidas, trabajadores que sacrifican fines de semana y vacaciones porque no saben establecer límites entre el tiempo de trabajo y el tiempo personal, dejando que las tareas laborales invadan el espacio destinado al desarrollo de la vida social, familiar o personal.
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Imagen | Dejar de salpicar (Paola Chaaya, Vasilis Caravitis)