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Se llama inflación barata y ataca directamente a los productos más básicos. – Tinta clara

  • octubre 23, 2025
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En los últimos años, la inflación parecía amainar en los gráficos, pero no en el lugar donde millones de hogares la sienten: el supermercado. Bajo esta apariencia de

Se llama inflación barata y ataca directamente a los productos más básicos.

 – Tinta clara

En los últimos años, la inflación parecía amainar en los gráficos, pero no en el lugar donde millones de hogares la sienten: el supermercado. Bajo esta apariencia de normalidad se viene produciendo un cambio silencioso y estructural que no afecta a todos por igual: porque lo que más aumenta no es el lujo, sino lo esencial, y lo pagan quienes no pueden dejar de comprarlo.

Una palabra lo resume y lo explica perfectamente.

Inflación barata. Me acordé de esta mañana el periódico el pais que la inflación de los alimentos no ha sido neutral: golpea más fuerte cuanto menos se tiene. Así, el la llamada inflación barata (el aumento desproporcionado del coste de los productos más baratos) ha elevado el precio de los alimentos básicos un 37% entre 2021 y 2024, frente al 23% de los alimentos de alta gama.

El resultado: el los hogares pobres gastan más parte de sus ingresos en bienes de primera necesidad, y cuando intentan bajar su cesta sustituyendo marcas comerciales por marcas blancas o formatos más pequeños, descubren que esas gamas son precisamente las que más han aumentado. El lastre no es sólo económico: la degradación cualitativa de la dieta en los hogares con estrés financiero tiene impacto en la salud, y en España los indicadores del BCE mostrar una brecha “excepcional y persistente” entre los alimentos y el resto de precios a partir de 2022, consolidando un shock estructural, no cíclico.

Pandemia, cuello energético y Ucrania. La secuencia que desencadenó la inflación barata es reconocible: la salida de los confinamientos con la demanda por delante de la oferta, la posterior escalada energética y logística, y esa guerra en Ucrania que no hace más que presionar a los fertilizantes, los cereales y los combustibles.

El BCE estima una +30% acumulado en alimentos en la eurozona desde 2019, y en España, los comestibles han subido más del 30% a partir de 2021 (frente al 19% del IPC general), con productos básicos como carne, leche, mantequilla entre +30% y +50%y picos extremos en el aceite de oliva, el café o el cacao, con aumentos hasta 80%.

La capa oculta. El aumento de los alimentos no se explica sólo por las guerras o la inflación general, sino por como esta organizado el mercado mismo. Desde la crisis de 2008, los alimentos básicos se comercializan como un producto financiero en las bolsas de futuros, lo que permite movimientos especulativos que hacen subir los precios.

Cuenta la investigacion del Instituto de Investigaciones Urbanas de Barcelona (IDRA) que al mismo tiempo el comercio mundial de cereales está en manos de sólo cinco grandes empresas que controlan entre 70% y 90% del mercado y también participan de ambos lados: en el grano físico y en el negocio financiero vinculado a ese grano. Entre 2021 y 2022 obtuvieron ganancias récord, algunas multiplicado por tres en niveles anteriores. Esa combinación (pocas manos gestionando el producto y el precio) significa que cualquier shock global se traduce en precios más altos más rápido y con más fuerza.

España como laboratorio. De acuerdo a el mismo informe del Instituto de Barcelona, ​​en España, tanto fabricantes como distribuidores capturó márgenes extraordinarios en fase inflacionaria: la agroalimentación lidera la subida de márgenes con +38,1% desde 2020; Los grandes grupos de la distribución declararon beneficios récord (7.500 millones en 2024), mientras los salarios del sector están por debajo de la media y persisten focos de precariedad, como en la fruta de Lleida y Andalucía.

El contraste en este sentido es claro: el ingreso pasa de los consumidores y el trabajo al capital concentrado en un mercado oligopólico cuyo poder de fijación de precios no ha sido cuestionado.

Política de no intervención. El informe también señala que cuando se deja que el mercado se resuelva solo, casi siempre ocurre lo mismo: la duro Gran parte del coste queda en manos de las familias (alimentos peores y más caros, más privaciones, más desigualdad) y los beneficios extraordinarios quedan en manos de las familias. arriba. España es ya el tercer país de Europa donde Privación de alimentos en 15 años.sólo por detrás de Francia y Grecia, y afecta principalmente a hogares monoparentales, personas dependientes y empleos precarios.

Aunque a partir de 2023 los costos bajaron energía y logística, los precios finales no. Cuando un precio “salta” debido a una crisis, si hay pocas empresas dominando el mercado, ese salto se convierte en el nuevo piso y no hay vuelta atrás.

Regulación del poder. El los estudios están de acuerdo en el que el problema no se solucione sólo con ayudas específicas, sino cambiando el funcionamiento del mercado. Eso significa reducir la concentración de poder en unas pocas empresas, frenar la especulación financiera con los alimentos y poder poner topes temporales a los precios cuando haya crisis para evitar que se queden en lo más alto para siempre.

De acuerdo a el documentoNo sirve dar dinero al consumidor (porque lo paga el Estado) ni exigir descuentos al agricultor (que ya es el eslabón más débil), el ajuste tiene que llegar de la parte media de la cadena, donde se encuentran los mayores márgenes (industria y distribución), y con un rol activo del Estado para monitorear ese poder de precios.

El objetivo final no es sólo que los alimentos cuesten menos, sino que los productos de primera necesidad dejen de depender de las fluctuaciones financieras y del control de unas pocas empresas que hoy dominan el grano de los que depende la seguridad alimentaria.

Imagen | H. Fraile

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