Reunión del FMI y mensajes recibidos por el análisis de Colombia / Ricarda Ávila
abril 27, 2025
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En un día donde el cielo brillaba sin nubes, las temperaturas en la calle eran sorprendentemente altas para la temporada. Sin embargo, el ambiente en los pasillos donde
En un día donde el cielo brillaba sin nubes, las temperaturas en la calle eran sorprendentemente altas para la temporada. Sin embargo, el ambiente en los pasillos donde se llevaban a cabo destacadas discusiones era completamente diferente. «Era como si una nube oscura estuviera sobre nosotros», comentó un participante de las reuniones de primavera organizadas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) en la ciudad de Washington. Esta percepción no era infundada, considerando el contexto actual.
La reunión, que congregó a delegados de 191 naciones que son parte de estas instituciones, se celebró apenas tres semanas después del significativo «día de liberación», el 2 de abril, cuando Donald Trump anunció un inesperado incremento en las tarifas arancelarias dirigidas a socios comerciales de Estados Unidos. Desde entonces, los mercados han estado sumidos en la incertidumbre, con sus respectivos índices bursátiles sufriendo una caída inicial, seguidos por vaivenes que reflejan la volatilidad informativa. A pesar de que se mantiene un mínimo histórico, las pérdidas acumulan cifras astronómicas en miles de millones de dólares.
Mientras tanto, el comportamiento de los precios de los productos básicos refleja un estado de pesimismo e incertidumbre total. El precio del petróleo ha permanecido por debajo de los $70 por barril, en gran parte atribuido a expectativas de que la demanda global se vería debilitada, mientras que el valor del oro, cuya onza se ha convertido en un refugio seguro en tiempos complejos, alcanzó un nuevo pico de $3,500 en un reciente martes.
A pesar de algunas señales de calma en los días siguientes, la realidad que rodea la economía global parece estar al borde de una crisis. La inestabilidad económica ya comienza a dejar huellas significativas en el ámbito global.
Foto:Olivier douliery
Escenarios cambiantes
Desde el comienzo de 2025, los cambios han sido drásticos y palpables. Las proyecciones más recientes del FMI lo demuestran claramente. Ahora, se estima un crecimiento del 2.8 por ciento para este año, lo que significa una reducción de medio punto porcentual con respecto a las expectativas de enero. La contracción económica se siente de manera homogénea en diversas naciones, pero algunos países se verán más afectados que otros. En el caso de Estados Unidos, se prevé una disminución de 0.9 puntos porcentuales, un claro indicativo de que las promesas del gobierno sobre prosperidad se alejan cada vez más de la realidad tangible.
Esta atmósfera de recesión inminente también es compartida por muchas voces críticas. Se habla de una recesión inminente en el «tío Sam» resultado de problemas en la disponibilidad adecuada de mercancías para la industria y el comercio, el incremento en los costos de productos importados y un colapso en la confianza del consumidor que debería reflejarse en costos más accesibles.
La inflación ha sido un problema persistente, calculada por algunos analistas en aproximadamente un 5 por ciento semestral, un doble de las proyecciones actuales. Este contexto limita las opciones del banco de reserva federal en cuanto a reducir su tasa de interés, un panorama desalentador para aquellos que buscan alivio en sus deudas.
No sorprende que en Washington hayan surgido teorías sobre si el FMI suavizó su diagnóstico para evitar enfrentar la ira de Trump. Organismos de pensamiento de tendencia conservadora, como la Heritage Foundation, han planteado la posibilidad de que Estados Unidos se retire de la agencia.
El Secretario de Estado estadounidense, Scott, ha rechazado aparentemente esa opción. Sin embargo, hay críticas hacia la gestión del FMI. Según la opinión pública, ha «desviado su misión» y «Dedica un tiempo y recursos desproporcionados para abordar cambios climáticos y políticos sociales».
Foto:Izock
A pesar de la controversia, es innegable que la situación se ha tornado crítica. Un elemento central para esto son las guerras comerciales, determinadas por tarifas arancelarias en niveles que no se habían visto en un siglo, junto con equivalentes respuestas adoptadas por otros países.
Para quienes buscan paralelismos históricos, el fondo acentúa que el contexto actual es radicalmente diferente. «A diferencia del siglo pasado, la economía global hoy se caracteriza por una gran interconexión económica y financiera, donde las cadenas de suministro y los flujos financieros han traspasado fronteras. Cualquier desmantelamiento podría generar serias disrupciones», se detalla en su informe.
En este sentido, resulta comprensible que se especule que las mayores tensiones se mantendrán al menos durante tres meses. La intención de la administración es que, en dicho período, se logren acuerdos bilaterales con varios países que ya están bajo discusión. También hay señales reconciliadoras desde China, que podrían eventualmente conducir a un entendimiento entre las dos potencias globales.
No obstante, incluso si los aranceles volviesen a los niveles de principios de enero, el daño infligido podría ser irreversible. La pérdida de credibilidad de Estados Unidos conlleva un cambio en los lazos de comercio, inversión y relaciones diplomáticas que estaban construidos durante años. Esta sensación de que la colaboración ha sido reemplazada por una mentalidad más competitiva será una carga para las economías a nivel mundial en el futuro.
En medio de las múltiples consecuencias de este nuevo orden mundial, surge un escrutinio internacional sobre el dólar como moneda de reserva y su posición preeminente. Muchos escenarios pueden desarrollarse, pero a pesar de los pronósticos, sólo una persona —Trump— lo percibe como un juego estratégico efectivo.
Foto:Istock.
Consejos y advertencias
No es sencillo prever dónde se desatarán las peores tormentas económicas, pero ante la llegada de la temporada de huracanes, resulta prudente adoptar medidas preventivas. El FMI aconseja que las naciones «deben abordar cuestiones de políticas internas y desequilibrios estructurales para asegurar la estabilidad económica.
Asimismo, se destaca que «la restauración del espacio fiscal y dirigir la deuda pública hacia un camino sostenible es una prioridad clave». La inquietud radica en que el adverso entorno internacional afecta tanto a las obligaciones públicas como privadas.
La situación también es objeto de atención por parte de la delegación colombiana en Washington, encabezada por el Ministro de Finanzas, Germán Ávila. Las informaciones procedentes de su oficina revelan que sostuvo encuentros con funcionarios de organizaciones como el Banco Mundial y la Corporación Financiera Internacional antes de que Bogotá retornara el jueves, cuando aún no se concluían las reuniones formales.
Aquellos que han estado al tanto de estos acontecimientos saben que el núcleo era fomentar un diálogo con el FMI, que ha estado atravesando un periodo complicado en su relación con Colombia. La diferencia con el pasado es que ahora, hay muchas interrogantes no resueltas que complican la comunicación.
En este momento, Colombia está sujeta anualmente a lo que se conoce como consulta del artículo IV, donde técnicos de la entidad llegan en febrero para evaluar la situación macroeconómica, recopilar datos e interactuar con las autoridades.
Una vez evaluadas las inquietudes, los especialistas elaboran un informe que recoge una serie de recomendaciones de políticas, proceso que suele realizarse entre marzo y abril. Finalmente, este documento es presentado ante la Junta Ejecutiva del FMI, que analiza su contenido y entrega impresiones prácticas, generalmente en mayo.
Foto:Izock
Sin embargo, esta vez, el cronograma ha cambiado. El viernes 18, el FMI anunció que haría pública una declaración sobre dos visitas realizadas por su personal especializado.
Aparte de los elogios iniciales por la mejora en la inflación, también se confirma que «el déficit fiscal y la deuda pública han crecido más de lo anticipado». El informe indica que las autoridades buscan reducir el abultado saldo negativo de las finanzas públicas, y que “se están implementando políticas para mejorar la recaudación fiscal, así como para ajustar el consumo”.
La naturaleza del diálogo ha cambiado notablemente, lo que obliga a leer entre líneas. Aquellos familiarizados con estas dinámicas enfatizan que es probable que al final de la comunicación se declare que «la consulta del artículo IV continuará». Esto, en la práctica, manifiesta que la cuestión no está cerrada y se suspende indefinidamente. Aunque a primera vista esto pueda parecer menor, es importante dado que Colombia está saldando una línea de crédito flexible concedida por el Fondo, utilizada durante la pandemia, que expira este año.
A pesar de la categorización de Colombia en un grupo élite con acceso a estos recursos, sin condicionamientos estrictos —a diferencia de lo que experimentan otros países como Argentina—, es esencial mantener el buen crédito que respalda su economía. Este respaldo ha sido crucial para facilitar préstamos e inversiones, sirviendo como carta de presentación ante la comunidad internacional.
En términos formales, la buena calificación que recibió el año pasado estará en vigor hasta 2026. Sin embargo, existe una preocupación tangible de que si no se incluyen afirmaciones contundentes en el informe final, el país no pasará el examen y puede perder este estatus alcanzado. Esto sería un indicador de deterioro que diverge de las expectativas del mercado de deuda y podría afectar las calificaciones crediticias.
Es indudable que Colombia enfrenta costos de financiamiento significativamente más altos que sus vecinos en la región. Hace poco, el Ministerio de Finanzas subrayó la colocación de dos emisiones globales de bonos a cinco y diez años, cada uno por 1.900 millones de dólares, con un rendimiento de 7.5 y 8.75 por ciento anuales, respectivamente.
Esto contrasta notablemente con el Banco de Desarrollo de la CAF que lanzó títulos con vencimiento en 2030 al 5 por ciento anual y Perú que vendió títulos con vencimiento en 2035 al 6.45 por ciento. Esto significa que los intereses que debe pagar son 50 por ciento más altos que los que enfrenta la entidad de desarrollo y 36 por ciento más que los de Perú.
Dado este contexto, es vital que la administración de Petro presente una estrategia clara y efectiva, o el riesgo de quedar atrapado en un ciclo vicioso en relación a sus finanzas se intensificará. En términos de su trayectoria, el panorama se ve incierto.
En suma, el riesgo de una creciente crisis administrativa se agudiza en un entorno global cada vez más hostil, donde se aplica la máxima de «prepararse para lo peor». Por esta razón, la alerta debe sonar claramente para que la administración comprenda que jugar con fuego no es un error trivial, sino una irresponsabilidad que puede tener consecuencias profundas.