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que las lluvias se convierten en malas noticias – Tinta clara

  • noviembre 17, 2025
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Hace unos días, Paco Castañares publicó un vídeo del Desfiladero de Las Nogaledas, en pleno Valle del Jerte. Sus palabras sirven para dar una idea de lo que

que las lluvias se convierten en malas noticias

 – Tinta clara

Hace unos días, Paco Castañares publicó un vídeo del Desfiladero de Las Nogaledas, en pleno Valle del Jerte. Sus palabras sirven para dar una idea de lo que se vio y, sobre todo, de lo que no se vio en ella: “la cascada más hermosa y emblemática, convertida en un oloroso diluvio de chapapote, cenizas, restos de plantas quemadas y metales pesados”.

Y no, no es un hecho aislado.

Porque, como dijeron desde Educación Forestal«Estas lluvias no han sido nada buenas».

«¿Cómo es que no son buenos?»alguien con podría decirme acceso a embalses.net. 2025 ha sido un buen año en precipitaciones y, de hecho, hemos estado por encima de 2024 durante todo este tiempo. Pero esa ‘ventaja’ no ha sido suficiente. Ahora mismo estamos incluso un poquito peor (un 0,30% menos) que el año pasado.

Como explica César Rodríguez BallesterosEl agua en las últimas semanas ha bajado, especialmente en la zona occidental del país. Y es precisamente allí donde se encuentra nuestra mayor capacidad de agua embalsada. Sobre el papel, estas lluvias son maná del cielo.

Pero hay un pequeño problema. Que 2025 no ha sido un año normal en cuanto a incendios se refiere. Se han quemado 382.000 hectáreas. Es decir, un 800% más en 2024. O es lo mismo, más de toda la superficie quemada de 2018 a 2014 juntos.

Si consultamos cualquier manual forestal, podemos ver que las lluvias (sobre todo si son intensas) tienen dos efectos cuando caen sobre terrenos arrasados ​​por el fuego: el primero es la erosión (al no haber vegetación que la retenga, la capa superficial se lava y se desplaza).

El segundo es la contaminación del agua. No son sólo los efectos tóxicos de las cenizas y el hollín los que llegan a los ríos, lagos y embalses. Hablamos del aumento de nutrientes (nitratos, amoniaco, fósforo) con riesgo de eutrofización, aumento de turbiedad y daños a los sistemas de canalización y tratamiento del agua.

Y lo peor de todo es que se podría haber evitado. No es fácil ni sencillo; Es cierto. Pero hay medidas de restauración del suelo, un sistema de barreras para controlar la erosión y planes para perfeccionar los sistemas de gestión del agua.

Nada de esto (o, en el mejor de los casos, muy poco) se ha ejecutado.

Y el resultado son problemas, problemas y más problemas. Lo decíamos más arriba: en estas circunstancias, las lluvias se han convertido en una mala noticia. Un problema enorme, de hecho, que va a poner en problemas el suministro de agua de todo el oeste del país (y no es la primera vez que sucede).

Pero, más allá de eso, nos muestra un camino claro: el cambio climático lo hizo 40 veces más probable el riesgo de incendios este verano en la Península. Y eso significa que, aunque no haya más, los que existen se vuelven mucho más peligrosos: en 2022 hubo 493 incendios; en 2023, 371; y este año parece que nos vamos a quedar por debajo de los 300.

Tenemos que acostumbrarnos a vivir con las consecuencias de incendios que no podemos detener. Pero sobre todo tenemos que prepararnos.

Imagen | ECMWF

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