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Las olas están desapareciendo y ya sabemos qué lo causa – Tinta clara

  • octubre 22, 2025
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Imagina que una mañana desaparece una de las maravillas naturales más famosas de tu región. No se pierde progresivamente, simplemente deja de existir de un día para otro.

Las olas están desapareciendo y ya sabemos qué lo causa

 – Tinta clara

Imagina que una mañana desaparece una de las maravillas naturales más famosas de tu región. No se pierde progresivamente, simplemente deja de existir de un día para otro. Esto es exactamente lo que pasó en octubre de 2003 en lo vasco. La ola Mudankaconsiderada una de las mejores izquierdas del mundo y pilar económico de la zona a partir del turismo de surf, dejó de romperse.

Causa. No era un misterio: un dragado de 243.000 metros cúbicos de arena Río Okáejecutado para facilitar el paso de las barcazas hasta un astillero, deshizo el arenal submarino que, a modo de arrecife, esculpía la ola. El surf se hundió, y con él la economía local, que se basaba en el turismo de surf.

Este evento es el punto de partida de ‘Las Olas Perdidas’, una investigación y exposición en el Centro Botín de Santander que une al dúo de artistas e investigadores de Secciones de cocinaDaniel Fernández y Alon Schwabe, del grupo de Geomática y Oceanografía de la Universidad de Cantabria.

El proyecto revela una verdad alarmante: los océanos están perdiendo sus olas, se están calmando y nosotros somos la razón.

Viajando en el tiempo. al igual que los dos investigadores han reconocido Según ABC, aunque parece imposible que las olas acaben desapareciendo, la realidad está ahí. Señalan que los mares y océanos están en calma y perdiendo fuerza.

Para demostrarlo, el equipo GeoOcean de la Universidad de Cantabria aplicó su tecnología de modelado de una forma novedosa. Según los artistas, descubrieron la «capacidad del grupo científico de viajar en el tiempo» para poder ver las olas que parecían estar sólo en la memoria de los surfistas.

Utilizando imágenes satelitales, bases de datos históricas y modelos numéricos complejos, GeoOcean pudo hacer algo sorprendente. «Les indicamos un día, un mes y un año y pudieron mostrar perfectamente la altura, la velocidad o la dirección de las olas», explica Fernández. Todo ello con tecnología que hoy en día se utiliza para predecir futuras tormentas y el impacto que puedan tener en la costa. Aunque retrocediendo en el tiempo.

El objetivo. Ver exactamente lo que estaba sucediendo en el pasado permitió comparar el estado de la mítica ola antes y después de la intervención clave que llevó a su eventual desaparición: un nuevo rompeolas. La conclusión en este caso es que al ‘tocar’ el fondo marino con cualquier construcción o con un simple arrastre, el daño lo provoca la ola.

La investigación, que duró dos años, analizó casos en todos los continentes, incluidos enclaves míticos hoy desaparecidos o degradados como Cabo Blanco en Perú cualquiera Jardín del Mar en Madeira. Demostraron que cuando la infraestructura impide la deriva natural de los sedimentos o el dragado altera el fondo marino, el resultado es una pérdida de energía y, en última instancia, la muerte de la ola.

Los heridos. Lógicamente, el hecho de eliminar olas afecta a los propios surfistas, sobre todo, y también a la economía en general, ya que es un motor turístico muy importante en diferentes regiones. Esto ha provocado que se levanten en pie de guerra para defender los océanos y distintos fenómenos.

En Perú, por ejemplo, las protestas de surfistas y pescadores en Cabo Blanco fueron fundamentales para promover la pionera «Ley de los Rompedores»una legislación única en el mundo que protege las olas de infraestructuras que puedan alterarlas. En Cantabria, colectivos como ‘Surf & Nature Alliance’ buscan fórmulas para declarar el surf como patrimonio natural para evitar que la mano humana lo altere.

Sin embargo, Secciones de Cocina advierte del otro lado: las escuelas masivas de surf y los campeonatos que transforman radicalmente la vida de una región son un arma de doble filo. El turismo centrado en el surf y la especulación inmobiliaria han impulsado la gentrificación y, paradójicamente, impulsado el desarrollo costero que termina destruyendo las mismas olas que atrajeron a la gente en primer lugar.

El paso al arte. A veces, la ciencia puede resultar difícil de entender porque se trabaja con muchos datos. Por eso el equipo quiso convertirlo en una representación artística. El compositor Duval Timothy transformó los ritmos de cada pausa antes de su desaparición en once piezas sonoras únicas. En la sala, once estructuras suspendidas ondulan y vibran activadas por intérpretes, simulando la “respiración” de esas ondas ya extintas con el fin de concienciar sobre el gran problema que existe.

De esta forma, ‘Las Olas Perdidas’ utiliza la ciencia de datos para crear un archivo de lo que hemos borrado en el mar, demostrando que el fondo marino y la superficie están íntimamente conectados y que nuestras ‘cicatrices’ en el fondo del océano tienen consecuencias directas sobre la energía que se materializa en la superficie.

Imágenes | Silas Baisch

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