Las Nieves, el vecindario de Barranquilla que resiste la pesadilla cada vez que cae la lluvia
mayo 6, 2025
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En el sureste de Barranquilla, las calles de Las Nieves son testigos de una realidad aterradora. No hay aguacero que llegue sin traerse consigo un torrente de miedo,
En el sureste de Barranquilla, las calles de Las Nieves son testigos de una realidad aterradora. No hay aguacero que llegue sin traerse consigo un torrente de miedo, gritos y piedras. La comunidad vive con el constante temor de que el cielo, que a menudo se rompe en lágrimas, no solo llueva, sino que también hiera. Este escenario se desarrolla desde la calle 18 con la carrera 25 hasta la carrera 15, un Batalla de cinco cuadras.
Este lugar es conocido como ‘las Peñoneras’, pero no es un juego de niños inocentes; hay disparos, piedras volando, techos destrozados y niños aterrorizados que se esconden bajo sus almohadas buscando consuelo.
«Cuando comienzan a caer las primeras gotas, sé que debo llevar a mis cinco hijos a la habitación. Miramos a través de la ventana», cuenta un residente que prefiere no revelar su nombre por razones de seguridad. Ella recuerda un incidente aterrador: «Una vez, una bala se incrustó en la casa de al lado. Desde entonces, no me atrevo a mirar hacia la puerta». En este vecindario, nadie se atreve a hacerlo; las calles quedan vacías, como si un toque de queda no oficial prohibiera la vida y el movimiento.
Cuando llueve, el vecindario se encuentra paralizado
Las tiendas, los comercios y los restaurantes cierran, sumidos en un silencio abrumador mientras el eco del agua golpea las láminas desgastadas de los techos deteriorados por las piedras. La situación no mejora; los jóvenes y los adultos se agrupan en esquinas, tratando de encontrar seguridad en números. La policía, a menudo presente con dos motos, intenta contener más de 100 chicos que se esconden y reaparecen como sombras en la penumbra. Algunos de ellos empuñan machetes, otros llevan garrotes, botellas y piedras, listos para infligir daño a quien se cruce en su camino.
La violencia no se apacigua. La escuela Calixto Álvarez ha sido una de las últimas víctimas de esta lucha; sus techos y ventanas han sido impactados por los proyectiles, obligando a los niños a quedarse atrapados en la escuela hasta que el aguacero dé tregua.
«Si la lluvia dura tres horas, nosotros también pasamos tres horas aquí», murmura un vecino que no se atreve a dar su nombre. Este año ha sido excepcionalmente peor. «Es insoportable», se queja una mujer local. Al inicio de la temporada de lluvias, ya hay casas con ventanas y puertas destrozadas, y nadie sabe si estos daños son causados por balas o balines.
Lo preocupante es que, según Ideam, Barranquilla y su área metropolitana están en alerta roja por las lluvias que se pronostican para esta región del Caribe Colombiano. Recientemente, dos vecinos fueron alcanzados por balas perdidas que impactaron sus hogares, dejando marcas visibles que son testigos mudos de la guerra que se libra en las calles durante cada aguacero.
Incluso el nuevo parque, que fue inaugurado hace apenas dos semanas, se ha convertido en un refugio para los jóvenes. «Los chicos llegan aquí durante la lluvia», revela un habitante. La violencia parece no tener límites.
Buscan una solución entre los vecinos
Ante esta crisis, los vecinos han empezado a reunirse con autoridades, convocados por El alcalde Boris Ariza, quien se muestra tan asustado como el resto de la comunidad.
A las 3:00 p.m. del próximo martes 6 de mayo, se llevará a cabo una reunión comunitaria en una escuela ubicada en la calle 24 con Carrera 15, donde se buscarán soluciones a esta angustiante situación.
Con el torneo en otro nivel, el alcalde Alejandro Char busca detener las peleas en los vecindarios. Foto:Ayuntamiento
Se espera la asistencia de representantes de la policía metropolitana y de la oficina del alcalde de Barranquilla. Los residentes de esta zona no ocultan su miedo y desesperación. «Tan pronto como caen las primeras gotas, uno puede sentir la tensión que crece», expresa una mujer, quien también opta por mantener su identidad en secreto por temor a represalias. «No sabemos quiénes son esos jóvenes; hay tanto menores como hombres armados.»
Sin embargo, el miedo no es suficiente para detener esta tensión. Esta situación se ha repetido en los últimos tres años, y al llegar el 2025, no se vislumbran cambios significativos.
La reacción del alcalde
Mientras tanto, a tan solo unos kilómetros de distancia, en el vecindario de Cevillar se vive un panorama completamente diferente. Allí, la violencia ha sido sustituida por la paz del deporte, puesto que un torneo se lleva a cabo, promovido por la oficina del alcalde del distrito.
El alcalde Alejandro Char llegó acompañado de Carmelo Valencia, exjugador del Junior, para ver a 160 jóvenes jugando fútbol, en lugar de estar involucrados en actos de violencia. «Queremos que ellos sueñen en grande y se alejen de los peligros de las calles», asegura el alcalde, convencido de que el deporte puede ser una herramienta más poderosa que cualquier bala. «Que Barranquilla brille por sus jóvenes», añade con determinación.
Sin embargo, a pesar de las celebraciones en el campo deportivo, los residentes de Las Nieves siguen escondiéndose bajo sus techos, temerosos de que una piedra o una bala pueda caer en cualquier momento. Este vecindario se aferra a la esperanza y resiste ante la pesadilla que los asedia cada vez que la lluvia comienza a caer.
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