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Política

La tolerancia no puede ser el lenguaje de la democracia – Tinta clara

  • junio 8, 2025
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Por: Carlos Humberto Gómez* X: @chgomezc El ataque al parlamentario del Senado y el candidato Miguel Uribe Turbay no es solo un delito criminal; Es una herida abierta

La tolerancia no puede ser el lenguaje de la democracia

 – Tinta clara

Por: Carlos Humberto Gómez*

X: @chgomezc

El ataque al parlamentario del Senado y el candidato Miguel Uribe Turbay no es solo un delito criminal; Es una herida abierta en el alma de Colombia que esperó muchos años después de no repetir el capítulo más oscuro de su historia. Lo que sucedió no puede reducirse de los eventos aislados: es una polarización de reflexión que, que está impulsada por los discursos ardientes y la escalera del oponente, amenaza con resucitar fantasmas de la última década.

En las décadas de 1980 y 1980, la violencia política sopló el país. El asesinato, los ataques y las amenazas se silencian y acortan los proyectos democráticos. Hoy, cuando las heridas de los médicos anteriores todavía no ven del todo, vemos con una advertencia de cómo la reinformación de los signos de intolerancia. No importa si la víctima es un líder humilde o un número público: agresivo por razones ideológicas es siempre un ataque a la democracia misma.

Las instituciones, los gremios, los medios de comunicación y, sobre todo, los ciudadanos están obligados a levantar la voz. No es hora de cálculos políticos o enredos de silencio. El presidente, sus ministros, parlamentarios y negocios, líderes, partidos políticos, líderes de izquierda y derecha, y la Unión y las ONG deben complacer a reducir la guerra. Las diferencias ideológicas no pueden ser sinónimo de violencia.

En particular, el gobierno es inevitablemente responsable: asegurar disputas sin una etapa. La crítica no es una conspiración; Las disputas no son traicionadas. Cuando las palabras se convierten en armas, la ruta está pavimentada para que otros las reemplace por disparos.

La violencia política permanente, incluso en buena forma, es un error que ya pagamos costoso. No podemos permitirnos la idea de eliminar al oponente, físico o simbólico, si una política legítima se establece en este momento. Colombia merece discusiones sin sangre en las calles.

La llamada está clara: subamos como comunidad para decir más. No más discurso de odio, no más con la polarización que importa, no más para la indiferencia. La paz no es solo una falta de disparos; Es la construcción diaria de un país donde las ideas están protegidas por la violencia justificada, nunca.

Que el ataque a Uribe Turbay es la última advertencia antes de que sea demasiado tarde. La historia no se puede repetir.

* Periodista y director Oriental