entrevista con Frank Pearl, presidente de la ACP
– Tinta clara
noviembre 18, 2025
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Mañana comienza en Cartagena el congreso anual organizado por la Asociación Colombiana de Petróleo y Gas (ACP). Sobre el nombramiento, EL TIEMPO conversó con Frank Pearl, el presidente
Mañana comienza en Cartagena el congreso anual organizado por la Asociación Colombiana de Petróleo y Gas (ACP). Sobre el nombramiento, EL TIEMPO conversó con Frank Pearl, el presidente del sindicato.
El directivo señaló que restablecer la autosuficiencia gasística es el desafío energético más apremiante para el país. «Hace 15 años reemplazábamos el gas que consumíamos 13 veces, hoy sólo 0,3.»
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¿Cuál es el balance de su sector?
El sector sigue siendo un pilar de la seguridad y economía energética del país y la región, pero hoy esta industria se ha visto significativamente afectada y es momento de reactivarla.
Frank Pearl, presidente de la Asociación Colombiana de Petróleo y Gas (ACP). foto:Sergio Acero Yate. TIEMPO
¿Porque?
En 2024, la industria de los hidrocarburos representó el 16 por ciento del total de la inversión extranjera directa; 30 por ciento de las exportaciones (petróleo y derivados); 4 por ciento del PBI, más de 43 mil millones de pesos en aportes tributarios; 8.200 millones en regalías al gobierno nacional y las regiones, al tiempo que crea más de 360.000 empleos formales. Sin embargo, Colombia está explorando menos, produciendo menos y recuperando menos reservas. Sin nuevas investigaciones no hay reservas y sin reservas no hay producción. A 2022 no se han desarrollado nuevas rondas de asignación de tierras; De los 282 contratos con la Agencia Nacional de Hidrocarburos, sólo 91 se encuentran en investigación.
¿Qué más te preocupa?
La alta carga tributaria y la incertidumbre regulatoria y socioambiental también afectan las actividades de investigación y desarrollo; así como el deterioro de las condiciones de seguridad y orden público y el aumento de los conflictos sociales. Hay potencial, talento, experiencia y capacidad, lo que falta son decisiones de política pública para reactivar la investigación, ordenar el territorio y fortalecer la administración.
Gas natural foto:iStock
¿Qué pasa con los gases?
La recuperación de la autosuficiencia gasística es el desafío energético más urgente del país. Hace 15 años reemplazamos el gas que consumíamos 13 veces, hoy sólo 0,3. Durante 2025 se importó en promedio 17 por ciento de la demanda, y hasta 2026 se estima que este déficit seguirá creciendo. Es la energía que sostiene la industria, la generación robusta de energía, el comercio y la vida cotidiana de millones de colombianos. No ser autosuficiente significa depender de importaciones más caras, perder competitividad y aumentar la vulnerabilidad energética. Colombia no puede permitirse ese lujo.
¿Podría pasarnos lo mismo con el petróleo?
Sí, de hecho ya vamos por ese camino. La producción cayó de 886.000 barriles por día en 2019 a alrededor de 750.000, y no hemos superado la marca de 800.000 en cinco años.
¿Qué medidas de choque sugiere?
Tres acciones urgentes: primero, reactivación de la investigación; Para lograrlo, es necesario restablecer la confianza de los inversores, así como la seguridad jurídica y reglamentaria, aliviar la carga fiscal, abrir una ronda permanente de asignación de superficies, crear incentivos para la investigación; y con ello fomentar un aumento de la producción. En segundo lugar, priorizar y monitorear el desarrollo de proyectos de suministro local de gas: optimizar los procesos de licenciamiento y procedimientos socioambientales de proyectos costa afuera, flexibilizar la comercialización y desbloquear inversiones en infraestructura. Y en tercer lugar, el fortalecimiento de la administración territorial: gestión preventiva y oportuna de los conflictos sociales, mayor coordinación con las entidades territoriales y comunidades, la presencia del Estado y la garantía del orden público.
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¿Y a medio plazo?
Necesitamos una agenda de crecimiento energético, centrada en garantizar la seguridad energética y, al mismo tiempo, impulsar el crecimiento económico y social de manera sostenible. Y así se construyó una transición energética «al estilo colombiano» que suma nuevas fuentes de energía, y al mismo tiempo explota el potencial hidrocarburífero del país, incluso con el desarrollo de yacimientos no convencionales. La Agencia Internacional de Energía estima que para 2050, alrededor del 50 por ciento de la demanda mundial todavía se cubrirá con petróleo y gas.
Operaciones de fracking de Ecopetrol en Estados Unidos. foto:TIEMPO
Un buen número de candidatos presidenciales no cierran la puerta al fracking…
Lo que necesitamos no es un debate ideológico, sino uno técnico y basado en evidencia. Los depósitos no convencionales son una oportunidad potencial, pero requieren decisiones responsables, rigurosas y participativas. Colombia ya cuenta con importantes desarrollos regulatorios en torno a estos recursos, para asegurar el más alto nivel de estándares ambientales y sociales. Es importante no cerrar la puerta: el país debe evaluar todas las opciones que le permitan garantizar la seguridad energética, la estabilidad fiscal y el desarrollo regional.
¿Cómo conciliar esa visión con los llamados a la energía limpia y la amenaza del cambio climático?
Con realismo y responsabilidad. Colombia debería ser agregada, no reemplazada. La transición energética no consiste en abandonar el petróleo y el gas, sino en su integración inteligente con fuentes de energía renovables. El gas es el complemento perfecto a la generación solar y eólica; Sin él, el sistema sería más caro y menos fiable. Esta industria es parte de la solución. Emite menos del 3 por ciento del total nacional, reinyecta hasta el 79 por ciento del agua producida; Tiene el 40 por ciento de su propia producción eléctrica; gestiona el cien por ciento de sus residuos para asegurar una buena disposición final y es líder en estándares ambientales en América Latina.
La transición energética no es renunciar al petróleo y al gas, sino a su integración en fuentes de energía renovables foto:Vertical
Sus filiales operan en regiones alejadas de los centros urbanos…
Los territorios tienen grandes oportunidades, pero también grandes tensiones. Vemos un conflicto creciente, la necesidad de una mayor presencia institucional, inseguridad y grupos ilegales. En 2024, los cortes de carreteras o carreteras aumentaron en un 151 por ciento en comparación con 2023. Esto afecta la creación de empleo, la compra de bienes y servicios de proveedores regionales o la inversión en programas de desarrollo social. Son perjudiciales para el bienestar de las comunidades y el desarrollo territorial. El conflicto social también fue un factor decisivo en la caída de la producción, debido a la insostenibilidad de algunos proyectos. Como resultado, en 2024 se postergaron 4 millones de barriles, 33 por ciento más que en 2023. Por eso insistimos en fortalecer la coordinación con el Gobierno nacional, las autoridades regionales y las comunidades.
Bloqueo en la vía a Buenaventura. foto:Iusef Samir Rojas
¿Qué pasa con el orden público?
Es necesario establecer orden en los territorios. La inseguridad y el desorden público son uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo regional, la inversión y la sostenibilidad empresarial. Es urgente controlar la presencia de grupos armados, tener un Estado más presente, instituciones más fuertes y una coordinación constante entre autoridades, comunidades y empresas. La seguridad es un requisito para cualquier plan de desarrollo.
Dentro de un año, el nuevo gobierno estará en el poder durante casi 100 días. ¿Qué esperas capturar en ese momento?
La estrategia energética de un país debe ser una política nacional que trascienda a los gobiernos. Esperamos que continúe el camino de la energía sostenible y el crecimiento económico. Que se ha establecido una hoja de ruta clara para la seguridad energética del país, en petróleo, gas y combustibles líquidos. Fomentar nuevas investigaciones y dar fuertes señales de confianza. Se implementó un modelo fortalecido de gestión territorial, con presencia institucional, prevención de conflictos y ejecución transparente de regalías.