En un pozo tóxico de agua contaminada
- mayo 14, 2025
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Con el auge de la guerra comercial iniciada por los Estados Unidos, han quedado al descubierto varias de las debilidades de Washington en lo que respecta a las
Con el auge de la guerra comercial iniciada por los Estados Unidos, han quedado al descubierto varias de las debilidades de Washington en lo que respecta a las
Con el auge de la guerra comercial iniciada por los Estados Unidos, han quedado al descubierto varias de las debilidades de Washington en lo que respecta a las cadenas de suministro cruciales para una multitud de sectores estratégicos. Uno de los problemas más notorios ha sido la dependencia del país en minerales y tierras raras, recursos que China controla con mano firme en el ámbito global. Un ejemplo reciente que refleja perfectamente esta situación fue un descubrimiento sorprendente: pese a que Estados Unidos había invertido durante años en minas en Brasil, al intentar recolectar los beneficios de esa inversión, se enfrentaron a la dura realidad de que el contenido ya había sido vendido a … China.
Quizás por esta razón, el hallazgo reciente podría cambiar el equilibrio de poder en esta área.
De tóxico a tesoro. Esta intrigante historia fue revelada esta semana por The New York Times. El Berkeley Pit en Butte, Montana, a primera vista, parece ser un cráter que se ha convertido en un entorno abierto: un sitio minero abandonado desde 1982, con más de 190,000 millones de litros de aguas altamente ácidas y tóxicas resultantes del drenaje ácido de las minas. Sin embargo, bajo esta superficie contaminada se oculta un recurso inesperado: un cóctel mineral que tiene el potencial de convertir esta amenaza ecológica en una mina estratégica de elementos raros, vitales para tecnologías cruciales de Washington, incluyendo desde vehículos eléctricos hasta misiles guiados.
Parece ser que, gracias a avances recientes en técnicas de extracción, científicos y empresas estadounidenses están investigando de qué manera aprovechar este desperdicio líquido para obtener neodimio, prasodimio, zinc, cobalto, níquel, entre otros minerales fundamentales. Cada F-35 requiere aproximadamente 400 kilos de tierras raras, lo que ha supuesto un incremento en el interés por explotar estos recursos previamente considerados inútiles, especialmente ante la creciente presión geopolítica para reducir la dependencia de China.
Agua como nuevo refugio. Siguiendo las palabras de Peter Fiske, director de la Alianza Nacional para la Innovación del Agua, «el agua es el sitio del siglo XXI». Esta idea, que hasta hace poco era considerada marginal, está ganando terreno rápidamente, a medida que se desarrollan métodos innovadores para recuperar minerales disueltos a partir de aguas residuales industriales, salmueras de plantas de desalinización y desagües mineros.
Instituciones académicas como la Universidad de Indiana, Texas y West Virginia han estado llevando a cabo investigaciones que han resultado en técnicas innovadoras capaces de separar tierras raras de desechos líquidos utilizando membranas biomiméticas, intercambiadores de iones y métodos de filtración. Un equipo liderado por el investigador Paul Ziemkiewicz, por ejemplo, ha logrado convertir lodo ácido en concentrados de tierras raras. Este proceso de extracción progresiva ya se ha implementado con éxito en minas de carbón en Virginia Occidental y actualmente se está probando en Butte, donde el volumen y la concentración mineral del pozo de Berkeley podrían alcanzar eventualmente hasta 40 toneladas por año.
Geopolítica del drenaje ácido. Este tipo de renacimiento minero líquido no se da en un vacío. Hemos mencionado anteriormente que, en un contexto global donde China controla una gran parte de la oferta de tierras raras y puede jugar con los precios o restringir exportaciones en respuesta a sanciones o disputas comerciales, identificar fuentes internas viables ha tomado una forma de prioridad de seguridad nacional para los Estados Unidos.
Al respecto, The Times declaró que el Departamento de Defensa ha impulsado gran parte del investigación de Butte, y se anticipa una inversión de 75 millones de dólares para construir una planta de concentración que permita la purificación de los metales extraídos, así como la ampliación de la producción. Igualmente, se ha mencionado que Washington ha identificado naciones como Groenlandia y Ucrania como regiones clave para sus reservas minerales, mientras que se están llevando a cabo planes para la extracción de minerales del lecho marino, incluso en aguas internacionales.
Reciclaje y soberanía. Es importante tener en cuenta que los elementos de tierras raras son un conjunto de 17 metales que se pueden clasificar en pesados y ligeros. Aunque no son realmente escasos, su problemática reside en su dispersión geológica y en su complicada extracción, lo cual los convierte en recursos estratégicos (con China ya posicionándose como experto en la materia). La contaminación generada por el drenaje ácido de las minas, que ha afectado miles de kilómetros de ríos en Estados Unidos, se ha convertido, irónicamente, en una oportunidad.
¿Cómo? El proceso de oxidación y solubilización de minerales como zinc o cobre ha permitido su recuperación si la tecnología adecuada está disponible. Además, el enfoque actual prioriza soluciones limpias y sostenibles, como el uso de «nanoespongas» (esponjas moleculares diseñadas para capturar metales específicos) o electrólisis alimentada por energía renovable para la obtención de magnesio de salmueras desalinadas. Estas iniciativas están respaldadas por empresas emergentes como Metales de Magrathea y Soluciones Lilas.
Las tecnologías emergentes permiten la extracción de recursos sin recurrir a la minería abierta, contribuyendo a reducir el impacto ambiental y aumentar la eficiencia.
Berkeley Pit como símbolo. La narrativa del pozo de Berkeley — que ha pasado de ser un pozo tóxico que envenenó a miles de aves migratorias a una mina potencial del futuro — puede simbolizar la transformación que está experimentando la industria extractiva en un mundo con mayor demanda de minerales y menor tolerancia a la destrucción ambiental.
A lo largo de años, los metales disueltos en sus aguas han sido considerados una amenaza, y ahora representan una promesa real. Si el modelo desarrollado en Butte se puede replicar en otros lugares contaminados en los Estados Unidos, podría ofrecer una solución viable para satisfacer gran parte de la demanda, como por ejemplo las 1,400 toneladas que el país necesita anualmente para su defensa.
Además, si tenemos en cuenta que la demanda global de tierras raras se proyecta que aumentará hasta un 600 % en las próximas décadas, la relevancia de esta promesa se vuelve cada vez más estratégica. La ironía radica en que los residuos líquidos del pasado se están convirtiendo en la riqueza estratégica del presente.
Imagen | James St. John
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