el último símbolo del esplendor bananero y testigo de la historia y patrimonio del Caribe colombiano
– Tinta clara
octubre 17, 2025
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Leonardo Herrera Delgans Enviado especial de EL TIEMPO a Ciénaga, Magdalena. 17 de octubre de 2025, 06:00 a.m. Actualizado: 17.10.2025 06:00 Más allá de la orilla de la
Leonardo Herrera Delgans
Enviado especial de EL TIEMPO a Ciénaga, Magdalena.
Más allá de la orilla de la Troncal Caribe, se levanta ese camino interminable que lleva el sonido del mar por los pueblos del norte del país. Ciénaga, Magdalena, una ciudad que respira historia entre el salitre y el sol. A primera vista parece un pueblo más, pero detente un momento para descubrirlo. su alma vieja, su acento musical y su memoria viva.
Antes Rodrigo de Bastidas fundó Santa Marta en 1525, Aquí ya existía un próspero asentamiento indígena, dedicado a la extracción de sal y al comercio con los pueblos de Sierra Nevada. Era una tierra de intercambio, donde el mar y la montaña se daban la mano.
Hoy, Ciénaga continúa siendo un punto estratégico de la caribe colombiano. Se encuentra entre dos grandes capitales, Barranquilla y Santa Martaatravesada por la Tronco Caribe y rodeada de riquezas naturales: el Mar Caribe al frente, la Ciénaga Grande detrás y los ríos Córdoba y Toribio descendiendo desde la Sierra Nevada. En sus costas aún se envía carbón a destinos internacionales, pero en su interior vive un pueblo de historias, música y arquitectura que ha sabido perdurar en el tiempo.
El Templete del Parque Centenario de Ciénaga, una joya de estilo romano diseñada por el arquitecto franco-cubano George Julián Carpentier, cumple 100 años como símbolo del esplendor bananero.
Foto:Leoherrera EL TIEMPO
En sus calles resuena el la bonanza del plátanocuando la Ucompañía frutícola nitada Convirtió al municipio en uno de los más prósperos del país. También quedan cicatrices, como las de la Masacre del Banano del 6 de diciembre de 1928, cuando los disparos de los soldados ahogaron las voces de quienes pedían justicia laboral. Esa herida, profunda y colectiva, Marcó para siempre la memoria de los Cienagueros.
Ciénaga no sólo ha sido escenario de tragedias. También ha sido cuna de la alegría, el arte y la tradición. nació aquí Guillermo Buitrago, el hombre que convirtió la nostalgia en canción, y cada enero la ciudad se estremece al ritmo de la Caimán Cienaguero, fiesta nacional que mezcla mitología, teatro, tambores y desborde popular.
En su centro histórico, declarado Monumento Nacional en 1996Se conservan joyas arquitectónicas que narran la grandeza de otras épocas: el Palacio Municipal, la Iglesia de San Juan bautista y, en el corazón de la plaza, el Templo del Parque Centenario.
El nacimiento de una joya caribeña
El Templete fue construido entre 1924 y 1925, cuando Ciénaga vivía su esplendor económico y soñaba con parecerse a las grandes ciudades del mundo.
Los planos llegaron desde Cuba de la mano de Don Manuel Julián de Mier, descendiente de la familia que acogió Simón Bolívar en sus últimos días en Quinta de San Pedro Alejandro. La ejecución fue realizada por D. Manuel José de la Rosa Llanos, de la firma parroquiael mismo que luego dejaría huella en el elegante barrio El Prado de Barranquilla.
El diseño fue obra del arquitecto. Franco-cubano George Julián Carpentier Álvarez, hijo del célebre escritor Alejo Carpentier. Inspirado en los templos romanos, el Templete fue construido en forma circular, con ocho columnas y ocho escalones. Tres de esos escalones se perdieron con el pavimento del parque, pero su figura sigue dominando el paisaje urbano.
Su función iba más allá de lo ornamental: Sería la plataforma para actuaciones musicales, el escenario para obras de teatro, el punto de encuentro de manifestaciones populares y administrativas. Desde entonces, se convirtió en símbolo de encuentro, música y palabra.
El parque donde fue erigido, originalmente conocido como Parque Centenariohabía sido diseñado en 1910 para conmemorar la independencia del país. Tenía cuatro cuadros con fuentes de mármol donadas por la colonia italiana y, en su centro, una fuente de hierro que luego sería sustituida por el Templete. Durante siglos, ese espacio También fue mercado, plaza de fiestas, escenario de batallas y ejecuciones, y punto de partida de la vida cotidiana cienaguera.
Testigo de esplendores y silencios
Cien años después, el Templete no es sólo una pieza arquitectónica, sino un espejo del alma de Cienaguera. El historiador Ian Farouk Simmonds, Candidato a doctorado en Historia Contemporánea y profesor de las universidades del Magdalena y Sergio Arboleda, lo define como ““una de las expresiones más elocuentes del esplendor que vivió el municipio durante el boom bananero”..
Simmonds explica que su construcción coincidió con una época en la que Ciénaga buscaba mostrarse como una ciudad moderna y próspera. “El hecho de que la obra se construyera siguiendo planos traídos de Cuba no fue un detalle menor, dice, ya que representaba la aspiración de una ciudad que se miraba en el espejo del progreso y buscó ‘europeizar’ sus formas urbanas, tal como hizo con el ferrocarril o con la arquitectura republicana de la época”.
Y agrega una imagen que parece sacada de una postal de antaño: “Más allá de su valor estético, el templo ha sido testigo mudo de la vida social, política y cultural de Ciénaga. En torno a él se tejían las rutinas, celebraciones y reuniones de una comunidad que hacía de la plaza su escenario cotidiano. Imaginemos un grupo interpretando música en ese templo, mientras la ciudad observaba apaciblemente el atardecer. Puede parecernos una escena romántica, casi onírica. hoy; Sin embargo, era una parte natural de la vida cienaguera en ese momento”.
Profesor Jorge Martínez, Cienaguero de nacimiento y corazón, siente que el Templete es parte de su identidad. “Estoy segura que disfrutaré de conversar con alguien y además de contemplar el paisaje que me ofrece el majestuoso Templete, cuyo mármol ha sido testigo silencioso de muchas historias de este pueblo. Estar aquí es sentirme seguro y confiado en mi gente y en mi pueblo”, dice con nostalgia mientras camina por la Plaza del Centenario.
Para él, el detalle arquitectónico es también un gesto simbólico: “Carpentier no se equivocó al colocar ocho accesos para que niños, jóvenes y ancianos pudieran disfrutar de tan magistral obra arquitectónica”.
El Templete, escenario eterno de la memoria
El paso del tiempo no ha podido borrar su presencia. En 2013, el cantante Carlos Vives lo inmortalizó en el videoclip de Bailar contti, mostrando al mundo la elegancia y el espíritu romántico de este monumento. La cámara recorrió sus columnas como si quisiera rescatar la memoria de las danzas y retiros que alguna vez le dieron vida.
Hoy, el Templete sigue siendo el punto de encuentro de la Ciénaga, donde los niños juegan y los adultos conversan. A su alrededor, cafeterías, restaurantes, tiendas, la iglesia y Las casas centenarias siguen mirando hacia la plaza como si no hubiera pasado el tiempo.
Ciénaga es así: una ciudad donde la historia no se guarda en vitrinas, pero se vive a diario. Donde las columnas del Templete No son sólo arquitectura, sino testigos de un pueblo que ha aprendido a levantarse, celebrar y recordar.
Porque en este rincón del Caribe, entre el mar, la Sierra y la memoria, cada piedra tiene algo que contar. Y el Templete, con su centenario, Sigue recordando a todos que hay lugares donde el pasado no se olvida: Simplemente se sienta a hablar a la sombra de la tarde.
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LEONARDO HERRERA DELGANS periodista de EL TIEMPO [email protected] y en X:@leoher70