El Mar Caribe recupera así uno de sus miradores más bellos – Tinta clara
- octubre 24, 2025
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El sol, esa moneda de oro que reposa cada tarde sobre el Mar Caribe, recupera uno de sus mayores miradores en la Avenida Santander de Cartagena de Indias.
El sol, esa moneda de oro que reposa cada tarde sobre el Mar Caribe, recupera uno de sus mayores miradores en la Avenida Santander de Cartagena de Indias.


El sol, esa moneda de oro que reposa cada tarde sobre el Mar Caribe, recupera uno de sus mayores miradores en la Avenida Santander de Cartagena de Indias.
estamos hablando de elResurrección del Monumento a la Unión de los Océanosuna estructura de cemento y sal que, durante años, había vivido en el purgatorio del olvido.
La memoria de Cartagena es un tejido de hilos marineros y polvos de bastión. Y este monumento, Erigido en 1998 para conmemorar el Año de los Océanosse había convertido en un espectro: sus luces se apagaron y sus bronces se cubrieron con el hollín de los coches y el musgo de la apatía.
Nadie se dio cuenta, porque en esta ciudad es fácil confundir la decadencia con la pátina del tiempo, hasta que la belleza, el arte y la cultura regresen con la fuerza de un huracán.
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Monumento a los Océanos en Cartagena Foto:Distrito de Cartagena
En su corazón, el monumento guarda una Rosa de los Vientos, ese círculo cabalístico que guía a los marineros perdidos, y junto a ella, un fragmento de la obra de Gabriel García Márquez, el cronista que supo que la realidad de Colombia era más fantástica que sus sueños. La frase, extraída de su “Historia de un náufrago”, parecía un reproche y al mismo tiempo una promesa.
«Era un lugar hermoso, con una puesta de sol lujosa. No había razón para que estuviera en tan malas condiciones. El abandono era una enfermedad larga, pero hoy es una realidad», recordó el alcalde Dumek Turbay.
Sus palabras son el acta de defunción del abandono que, como un fantasma errante, había condenado el lugar.
La recuperación del monumento, que simbólicamente se prolonga desde la reciente entrega del adyacente Monumento a los Alcatraces, es una ofrenda a la inmensidad.
El diseño original, concebido como la unión mística de los cinco océanos, ahora vuelve a brillar.
Una de sus anclas, dicen los viejos pescadores del muelle, procede de un galeón español hundido en el siglo XVII, cargada de oro y lamentos, y la otra, de un barco de la Armada Nacional, recién pulida como una estrella recién nacida.
Así, este monumento se convierte en el único lugar de la tierra donde el pasado de los conquistadores y el presente de la soberanía nacional están atados por una misma cadena, a la espera de que el mar revele un milagro que sólo es concedido a las almas soñadoras.
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Monumento a los Océanos en Cartagena Foto:Distrito de Cartagena
La secretaria de Turismo Distrital, Teremar Londoño Zurek, quien tiene el mar hasta en su nombre, habló de la nueva vocación: “Aquí nace una nueva forma de disfrutar la ciudad: no sólo desde sus murallas hacia adentro, sino desde el mar hacia toda la ciudad”.
Sus palabras tuvieron el peso de una profecía: la Cartagena amurallada, que durante siglos vivió de espaldas al mar para defenderse de los piratas de ojos de cristal, se atreve por fin a mirarla de frente, sin miedo, abrazando su destino azul.
El Monumento a la Unión de los Océanos ya no es sólo un par de anclas colocadas sobre un antiguo espolón rocoso. Ahora es gracias a un inversión de 54 millones de pesos y el trabajo de electricistas que parecían magos con cables de cobre, un portal de luz.
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El monumento está situado frente al Cordón amurallado de Cartagena Foto:John Montaño/EL TIEMPO
La iluminación nocturna, provista de fotocélulas que saben cuándo debe dormir el sol, permite el monumento se puede visitar en cualquier momentocustodiado por la promesa permanente de la Policía Metropolitana.
Mientras el sol termina de hundirse, dejando una estela naranja y violeta en el cielo, se puede ver a los primeros visitantes posarse junto al ancla española, sintiendo el peso de un siglo y la ligereza de un recuerdo en la brisa.
Y en Cartagena, cuando se recupera un espacio, no sólo se recuperan metros cuadrados, pero los pedazos perdidos del alma de la ciudad y sus historias, aquellos que lo hacen soñar con ser un destino de talla mundial, sin renunciar al vapor de la sal y las heroicas batallas que le dieron la libertad.
Ahora, este lugar es, una vez más, el punto exacto donde la tierra se detiene para darle un beso eterno al mar, con la certeza de que nunca más será víctima del olvido que consume más rápido que la carcoma.
Documental de la periodista Jineth Bedoya. Foto:
cartagena