Durante un extenso periodo, la predominancia de los Estados Unidos en la esfera global se ha sustentado no solo en su fortaleza económica, sino también en su habilidad para establecer colaboraciones y forjar alianzas estratégicas con diversos aliados. El dólar estadounidense, que se ha consolidado como la moneda más influyente del planeta, se ha convertido en una de las herramientas más efectivas a disposición de este país: siendo utilizado en múltiples facetas como el comercio internacional, la fijación de precios de materias primas, el acceso a mercados de crédito, así como un medio esencial para las reservas internacionales.
Esta posición privilegiada del dólar ha permitido una alta demanda a nivel global, especialmente en lo que respecta a los bonos emitidos por el gobierno estadounidense. Este fenómeno genera lo que los economistas denominan un rendimiento práctico: los inversores internacionales suelen aceptar rendimientos monetarios más bajos en pos de adquirir activos que sean percibidos como seguros, líquidos y ampliamente aceptados.
El dólar tenía, históricamente, la figura de un «refugio» moderno. Foto: Izock
Esto significa que el mundo estaba dispuesto a pagar una prima adicional por el acceso a dólares y sus respectivos instrumentos financieros. A pesar de que existen otros activos que podrían brindar rendimientos más elevados, muchos bancos centrales priorizan la estabilidad y la firmeza de sus políticas económicas por encima de buscar la máxima rentabilidad. En el caso de Colombia, por ejemplo, más del 85% de sus reservas internacionales están denominadas en dólares. Países como Ecuador y Panamá han llevado esta relación un paso más allá al adoptar el dólar como su moneda oficial o vincularlo estrechamente a su política monetaria.
No obstante, este equilibrio que ha prevalecido empieza a evidenciar signos de tensión. La confianza depositada en el dólar a nivel global conlleva también un costo interno para Estados Unidos: la fortaleza de su moneda encarece las exportaciones y limita la competitividad de su economía. Durante su mandato, Donald Trump criticó abiertamente este modelo de hegemonía, enfocándose en los costos asociados, pero sin considerar en su totalidad los beneficios estratégicos que ello conlleva.
Trump anticipó una posible desvinculación del Fondo Monetario Internacional de Estados Unidos. Foto: Efusión
Su enfoque de «Estados Unidos primero» implementó un cambio abrupto hacia el aislamiento, debilitando la cooperación internacional y promoviendo un enfoque unilateral en las relaciones, lo cual se refleja en la producción estadounidense.
La visión de Trump «América Primero» podría atraer el aislamiento para el país. Foto: AFP
El resultado de este cambio se traduce en una redefinición significativa de las relaciones internacionales: menos cooperación y mayores imposiciones. En cuestión de semanas, el carácter cooperativo que ha definido a los Estados Unidos fue reemplazado por una dinámica más tensa. Este impacto trasciende el ámbito comercial; al hacerlo, también socava la confianza en el dólar como refugio seguro. En la actualidad, ante el aumento de precios y la creciente inseguridad, los inversores ya no tienen la misma inclinación hacia los bonos del tesoro como en crisis pasadas. De hecho, el valor del dólar ha disminuido, indicando una merma en su atractivo relativo.
Las señales de cambio son cada vez más evidentes. Trump dejó entrever un posible retiro del Fondo Monetario Internacional, donde el dólar conforma el 43% de los Derechos Especiales de Giro (DEG) , las reservas multilaterales administradas por el FMI. Si esta salida se materializa, la demanda de dólares como respaldo global podría caer aún más, lo que debilitaría notablemente su hegemonía.
Frente a este nuevo escenario, Colombia ha optado por no oponerse a los aranceles impuestos por Estados Unidos; una decisión calculada dada nuestra limitada capacidad de negociación. Sin embargo, eso no implica que debamos permanecer pasivos. Si los Estados Unidos dejan un vacío de liderazgo, otros países estarán dispuestos a ocupar ese espacio. Es esencial que Colombia se prepare para esta transición geoeconómica. Un paso crucial en este proceso será la revisión de la composición de nuestras reservas internacionales, lo que anticipa una potencial remodelación en el sistema monetario global.
Jairo Andrés Rendón
Profesor del Departamento de Administración de Empresas de la Universidad de Pontificación Javeriana.