En una de su pintoresca vida, Tony Howarth tuvo una visión revolucionaria: Crea un auto perfecto para África. Un barato, resistente, fácil de reparar y que podría hacerse localmente con materiales sostenibles. Su proyecto, bautizado como ‘Africar’, prometió cambiar el transporte en el continente africano para siempre. Sin embargo, lo que comenzó como un sueño altruista Terminó convirtiéndose en una pesadilla legal que llevó a su creador directamente a la prisión.
De un cineasta a ingeniero con una misión: fabricar el auto perfecto para África
Howarth no era ningún hombre de negocios. Graduado en ingeniería de la Universidad de Cambridge, se había desarrollado desde la infancia Pasión por la mecánica Lo que lo llevó a construir su propio sistema de inyección de combustible para su motocicleta cuando apenas tenía diez años. Sin embargo, fue su carrera reconocida como fotógrafo y cineasta lo que lo llevó a dedicarse a este proyecto peculiar. Y es que Howarth ha viajado a más de 130 países, experimentando en primera persona las dificultades de las carreteras terrestres africanas.
Durante sus viajes por África en los años 70, Howarth se dio cuenta de que los vehículos occidentales no estaban diseñados para las condiciones extremas del continente. Las pistas de la Tierra, los baches profundos y la falta de talleres especializados convirtieron cualquier desglose en un problema de capital. Además, la obsolescencia programada de la industria del automóvil occidental hizo que las piezas de repuesto sean cada vez más difíciles de lograr.
Una inspiración del Ford Model T
El concepto de Africar se inspiró en el legendario Ford Model T, un vehículo que había sido diseñado precisamente para las carreteras sin asfalear de la América rural de principios del siglo XX. Howarth entendió que lo que África necesitaba era algo similar: Un simple, duradero y que podría ser reparado por la mecánica local No hay necesidad de equipos sofisticados.
Su diseño fue revolucionario por su simplicidad. El chasis se construyó con tubos de acero inoxidable para evitar la corrosión, mientras que los paneles del cuerpo podrían fabricarse con materiales locales como la madera laminada impregnada en resina, aluminio o incluso plástico. El motor elegido era el Citroën GSUn propulsor de boxeador refrigerado por aire que ofrecía confiabilidad y facilidad de mantenimiento.
Una expedición que cambió todo
En 1984, Howarth construyó tres prototipos de Africar para una expedición ambiciosa que sería documentado por el canal 4: Un viaje desde el Círculo Ártico hasta el Ecuador africano. Los tres vehículos-A Ranchera, una camioneta y un modelo de seis ruedas demuestraron su valía la pena cruzar miles de kilómetros de tierra extrema.
Durante el viaje, Africar excedió la evidencia que dejó una Serie III de Land Rover que los acompañó. Su larga suspensión independiente y su alta distancia al suelo les permitieron superar los obstáculos que quedaron con vehículos más convencionales.
El error fatal
El éxito de la expedición abrió las puertas a la inversión. En 1986, Howarth Fundado Africar International Limited en LancasterInglaterra, y comenzó a capturar capital de inversores privados. Sin embargo, Cometió un error que terminaría su proyecto y, más tarde, en prisión.
Preocupado por la dependencia de los motores Citroën, que podrían estar obsoletos en cualquier momento, Howarth decidió invertir el dinero de los inversores en el desarrollo de su propio motor. Fue una decisión lógica desde el punto de vista técnico, pero catastrófico desde el financiero. Los fondos se agotaron antes de completar el desarrollo, y los clientes que habían pagado por adelantado no recibieron sus vehículos.
La situación se volvió insostenible cuando los inversores descubrieron que el prototipo que se muestra en una presentación navideña de 1987 era en realidad un caparazón vacío: sin motor, con las puertas atascadas y aún húmeda.
Un final amargo y un legado que perdura
En julio de 1988, la policía intervino y Africar International Limited cesó sus operaciones. Howarth huyó a los Estados Unidos en un intento desesperado de obtener el financiamiento que salvó el proyecto, pero fue inútil. En 1994 regresó al Reino Unido, donde Fue arrestado de inmediato.
Tony Howarth se declaró culpable de un crimen fraudulento y cinco para obtener bienes a través del engaño. Era sentenciado a 15 meses de prisión. En sus propias palabras, la experiencia de la prisión «fue como estar en un internado británico».
Aunque Africar nunca fabricó en series (se estima que solo se construyeron uno y seis especímenes de producción), la idea de Howarth no murió con él. Su concepto ha inspirado a otros empresarios africanos, como los creadores del Mobius en Keniaque reanudó la visión de un automóvil diseñado para la región, a pesar de Sus dificultades económicas.
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