Con la voz de José Feliciano, Barranquillero Juan Pablo Cárdenas brilló en mí, mi nombre era mini
mayo 8, 2025
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En las vibrantes y cálidas calles del vecindario de El Santuario, situado al sur de Barriga, ha surgido un nuevo ídolo que está conquistando corazones. Este sorprendente joven
En las vibrantes y cálidas calles del vecindario de El Santuario, situado al sur de Barriga, ha surgido un nuevo ídolo que está conquistando corazones. Este sorprendente joven no mide más de un metro y medio y tiene apenas 13 años. A pesar de que sus ojos no pueden ver, él observa el mundo con una intensidad que proviene de su alma.
Su nombre es Juan Pablo Cárdenas Vitola, y desde el pasado miércoles, se ha convertido en algo más que un simple estudiante de séptimo grado en el colegio Simón Bolívar. Ahora es el niño que ha cautivado a toda Colombia con sus cautivadoras interpretaciones del legendario José Feliciano.
La llegada de Juan Pablo a su escuela fue nada menos que espectacular. Fue recibido en un carro de bomberos, mientras el público estallaba en aplausos y captaba el momento con sus teléfonos celulares. Los ojos de muchos se llenaron de lágrimas ante este emotivo encuentro, donde una ciudad lo abrazó como si fuera uno de los suyos.
Una calle entera se inundó de júbilo, brindándole una bienvenida digna de un verdadero campeón. No únicamente por el premio de 100 millones de pesos que se llevó a casa, sino por una historia de vida que habla más fuerte que cualquier melodía.
Un niño independiente
Aunque a solo tres meses de vida, Juan Pablo enfrentó su primer gran desafío. Un error con el suministro de oxígeno en una clínica le causó la pérdida de su visión: ceguera total.
Este fue solo el comienzo de una dura batalla legal que su familia libró en tres ocasiones, pero que, cinco años después, aún no ha resultado en compensación. Sin embargo, lo que ha emergido de esta experiencia es la tenacidad inquebrantable de un niño que se niega a rendirse.
Juan Pablo Cárdenas Foto:Redes sociales
Su madre, Yusneidi Vitola, recuerda su propio viaje mientras enseñaba a su hijo a caminar con una silla que servía como bastón improvisado, transformando los muebles en una serie de escalones que parecían notas en una sinfonía de resistencia.
“A los dos años, ya empezaba a hacer sonidos con los pies y aplaudir”, comparte con lágrimas de orgullo en sus ojos. No es que el dolor haya desaparecido; simplemente han aprendido a coexistir con él, anclándose en la esperanza.
El descubrimiento de su talento en un centro comercial
Todo cambió una tarde en un centro comercial. Juan Pablo, como ya era costumbre desde su infancia, comenzó a cantar. Su voz, suave y clara, sorprendió a quienes lo veían tan pequeño y callado.
La gente comenzó a congregarse a su alrededor, y entre ellos se encontraba un maestro, Marvin Merlano, quien se sintió cautivado por su talento y le ofreció una beca en su academia. Este diamante en bruto solo necesitaba ser pulido.
Juan Pablo siempre había querido imitar al gran Rey Ruiz, pero mover el cuerpo no era fácil dada su condición. Entonces, Merlano sugirió un nuevo nombre: José Feliciano, un músico también ciego y luchador como él. Juan Pablo aceptó sin dudar. En solo una semana, aprendió 15 canciones, lo que lo llevó a ganar la audición nacional.
Desafíos en Bogotá
El 14 de marzo, llegaron a Bogotá tras haber sobrevivido a dos meses de intensas pruebas y adaptaciones. Ello implicó cambiar el repertorio de canciones autorizadas y aprender nuevas en un periodo de 40 minutos. A pesar de estas exigencias, Juan Pablo nunca descuidó su compromiso escolar: grabó sus tareas en video y las envió a sus maestros, cumpliendo rigurosamente con su educación. No dejó de ser estudiante a medida que se transformaba en artista.
Juan Pablo Cárdenas junto a sus familiares en Barranquilla. Foto:Cortesía
En la gran final del concurso, se enfrentó a otros cuatro pequeños titanes: Mini Gloria Trevi, Mini José José, Mini Rocío Dúrcal y Mini Celia Cruz. Sin embargo, fue su interpretación, marcada por un profundo sentimiento y sinceridad, la que realmente conquistó el corazón del jurado y de toda la nación. El Mini José Feliciano de Barranquilla, sin bastón pero con guitarra, se convirtió en un nuevo símbolo de que los sueños no tienen límites.
Devolver a Barranquilla
De regreso a su hogar, Juan Pablo ha continuado su pasión por la música. Ha cantado en su escuela, en su vecindario y hasta en la iglesia. Aunque la fama lo rodea, él se mantiene fiel a sus raíces y no permite que eso lo cambie.
“Es un niño con un corazón gigante, que ha tocado las vidas de todos los colombianos”, dice su madre, como si no pudiera distinguir si lo que vive es una realidad o el verso de una hermosa canción.
En Barranquilla, hay ídolos en el fútbol, la música y la televisión, pero ningún otro tiene la capacidad de inspirar como Juan Pablo. Su narrativa no se compone únicamente de aplausos y luces, sino de valentía, dedicación y un amor inquebrantable por la vida y el aprendizaje.
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