La residencia de Santa Marta, que albergará a los cardenales, está protegida con medidas extremas para garantizar el secreto del cónclave. 80 Seals de plomo protegerán los accesos, y una amenaza de excomunión se dedica a cualquier persona que revele información del proceso.
La elección del nuevo pontiff ha lanzado una maquinaria de seguridad sin precedentes en el Vaticano. En este contexto, la Casa Santa Marta ha sido transformada en un auténtico bastión para proteger la integridad de las deliberaciones y el voto que definirá al próximo líder de la Iglesia Católica.
El total de 80 sellos de plomo resguardan meticulosamente cada entrada al Cónclave, una medida que se suma a las que ya están en funcionamiento en las stancias tradicionales del Papa Francisco. Esta acción subraya la firme resolución de la institución para garantizar una confidencialidad absoluta durante todo el proceso electoral, dejando claro que ninguna información podrá escapar ni ser divulgada bajo ninguna circunstancia.
Juramento de silencio
Sin embargo, las medidas de seguridad no se limitan a lo físico. Todos aquellos que estén en contacto con los Cardenales, que incluyen desde el personal que se encarga de la limpieza y la cocina hasta médicos y asistentes, han sido requeridos a prestar un juramento de silencio ante el Cardinal Camarlengo Kevin Joseph Farrell. La transgresión de este juramento conllevará no solo sanciones legales, sino también la grave amenaza de excomunión, lo que refuerza el carácter sagrado y reservado de la elección papal.
El secreto debe ser absoluto en todo lo que concierne directa o indirectamente al proceso de votación. Para garantizar esto, el uso de teléfonos móviles está estrictamente prohibido. La única forma de anunciar la elección del nuevo Papa será a través del humo blanco, un indicativo claro y tradicional del resultado favorable de la votación. Como bien apuntó el arzobispo Ignazio Sanna, «los Cardenales tendrán que llegar a un acuerdo antes, porque el Espíritu Santo inspira, pero no vota».
Mientras tanto, alrededor del Vaticano se desarrollan intensas conversaciones sobre los posibles sucesores de Francisco, aunque aún se vive el luto por la figura del pontífice actual. Las anécdotas y confidencias comienzan a florecer en estos días previos al cónclave, matizadas por el peculiar sentido del humor de algunos cardenales, en particular los italianos, que no ocultan su anhelo de que el próximo Papa porte su nacionalidad, siendo ya tres los pontífices no italianos consecutivos.
Asimismo, hay especulaciones sobre el futuro de la casa de Santa Marta como residencia papal. Francisco ha optado por vivir en este lugar, rompiendo con la tradición existencia de alojarse en el Palacio Apostólico, pero existe la expectativa de que su sucesor elija regresar a esa histórica residencia.
En este momento, Santa Marta se prepara para convertirse en el epicentro de un evento monumental, blindado contra cualquier atisbo de indiscreción hasta que se revele el nombre del nuevo líder de la Iglesia Católica.
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