La fatiga puede manifestarse de diversas maneras y en distintos contextos, un fenómeno que a menudo hemos experimentado en nuestra piel. Desde aquellos momentos en que intentamos permanecer despiertos durante la noche, como al estudiar intensamente antes de un examen, hasta las sensaciones de cansancio que sentimos tras un viaje prolongado. Además, es muy probable que hayamos notado esta fatiga acumulada después de un día de trabajo, especialmente si ha sido más extenso de lo habitual.
Cambios significativos. Un estudio ha detectado cambios neurológicos en profesionales que trabajan jornadas extendidas. Este estudio se enfocó en trabajadores de la salud que enfrentaron semanas laborales que superaban las 52 horas. Los resultados sugieren que la fatiga extrema puede inducir alteraciones neuroadaptativas que impactan tanto la salud cognitiva como la emocional.
«La sobrefatiga puede inducir cambios neuroadaptativos que pueden afectar la salud cognitiva y emocional», explicó el equipo responsable del estudio. Aunque se trata de un estudio piloto que requiere precaución al sacar conclusiones definitivas, sus hallazgos ofrecen nueva evidencia sobre cómo el exceso de trabajo repercute negativamente en nuestro bienestar y productividad.
El precio del exceso de trabajo. El costo total del exceso de trabajo es considerable y alarmante. Más allá de los riesgos laborales tradicionales, la sobrecarga laboral se ha vinculado a un aumento en la probabilidad de padecer enfermedades cardiovasculares y trastornos metabólicos, entre otros problemas graves de salud.
Recientemente, un estudio publicado en la revista Medio ambiente internacional estimó que en 2016 casi 750,000 muertes fueron atribuibles al exceso de trabajo. Esto resultó en una pérdida de más de 23 millones de años de vida ajustados por discapacidad (DALY) asociados a ciertas enfermedades cardiovasculares.
Exceso de trabajo, marcado en el cerebro. Además de los problemas fisiológicos, la sobrecarga laboral también puede dar lugar a serios problemas de salud mental. Con la finalidad de comprender mejor la influencia del exceso de trabajo en el cerebro, el equipo de investigación dirigió su atención hacia profesionales en el campo médico, donde son comunes las jornadas laborales maratónicas.
El equipo recopiló datos de la cohorte regional de Gachon (Grocs), complementándolos con escaneos de resonancia magnética. En total, participaron 110 individuos, en su mayoría del sector sanitario. De ellos, 32 participantes (28%) cumplieron con los criterios para ser incluidos en el grupo de trabajos excesivos, mientras que el resto formó parte del grupo con jornadas «estándar».
Para el análisis de los cambios, el equipo utilizó una técnica conocida como morfometría basada en vóxel (VBM), la cual es eficaz para identificar y comparar las diferencias regionales en la materia gris del cerebro.
Cambios en 17 regiones cerebrales. Los hallazgos revelaron modificaciones significativas en áreas del cerebro relacionadas con la función ejecutiva y la regulación emocional. Un ejemplo destacado por el equipo es un incremento del 19% en el volumen del giro frontal promedio, una región implicada en funciones cognitivas esenciales.
El análisis demostró cambios en 17 áreas del cerebro. Una de estas fue el giro frontal superior, que juega un papel clave en la atención, la planificación y la toma de decisiones. Otra zona de interés fue la ínsula, que se considera fundamental tanto en la integración de estímulos sensoriales y motores como en el procesamiento emocional y la comprensión del contexto social, según lo señala el equipo.
Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista Medicina laboral y ambiental.
Pequeña escala. El propio equipo de investigación advierte sobre las limitaciones que implican la necesidad de tener precaución al interpretar los resultados. Por ejemplo, se trata de un estudio piloto que incluye una muestra limitada de participantes. Además, los grupos de trabajo y de control no son aleatorios, lo que puede introducir un sesgo de auto-selección en el análisis.
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