La zona fronteriza entre Ecuador y Colombia vivió el viernes 9 de mayo un episodio desgarrador que marcará un antes y un después en la historia reciente de las fuerzas armadas ecuatorianas. En un suceso que se convertirá en uno de los días más trágicos en los últimos años, un total de once militares de la 19 Brigada de la jungla de Napo fueron cruelmente asesinados durante una emboscada en el área de Alto Punino, en la provincia de Orellana. Este ataque ocurrió mientras las fuerzas armadas llevaban a cabo una operación militar destinada a combatir la minería ilegal que asecha la rica región del Amazonas.
Según lo informado por el ejército ecuatoriano, esta compleja operación involucraba a cuatro equipos de combate, formados por un total de 80 soldados que fueron desplegados en distintos puntos estratégicos a lo largo del área afectada. Sin embargo, durante el despliegue de una de estas unidades, estas fuerzas fueron atacadas sorpresivamente con una formidable combinación de explosivos, granadas y rifles de alto calibre, lanzados por un grupo armado ilegal que, según la inteligencia militar ecuatoriana, ha sido identificado como ‘bordes’. Esta organización criminal lleva tiempo operando y causando estragos en la frontera entre Colombia y Ecuador, intensificando la preocupación ante una clara escalada de violencia.
Los primeros informes sobre las víctimas indican que, entre los caídos, se encontraban un oficial no comisionado, así como algunos soldados cuya identidad ha sido confirmada. Entre ellos se encuentran los Tenientes José Iza y Jorge Alexander Andrade Bastidas, el sargento segundo Héctor Marcelo Mullo Bravo y Georvi David Vega Jiménez, además del soldado Marlon Rodrigo Guamushig Reysancho. Este trágico suceso ha dejado un vacío inmenso en sus familias y amigos, así como en la unidad militar a la que pertenecían, reflejando el alto costo del servicio que realizan los militares en estas zonas de riesgo.
Frente a la magnitud del ataque, la Oficina del Fiscal General del Estado anunció de forma inmediata el inicio de una investigación exhaustiva. Equipos de criminalística, junto con agentes especializados en la materia, fueron enviados al área para llevar a cabo la recuperación de los cuerpos y comenzar la recolección de pruebas que permitirán esclarecer las circunstancias de esta emboscada mortal.
La conmoción generada por este ataque ha provocado reacciones a nivel nacional, reavivando las inquietudes sobre la creciente violencia que se registra en las zonas fronterizas de Ecuador, donde operan grupos armados relacionados con el narcotráfico, la minería ilegal y otros tipos de economías ilícitas que ponen en riesgo la seguridad y la paz en el país. El Ministerio de Defensa, en un anuncio contundente, reafirmó su compromiso de intensificar las operaciones militares en la región y de capturar a los responsables de este atroz crimen, promoviendo así una respuesta decisiva ante la creciente amenaza.
En medio del dolor y el consternación, los comandos fronterizos emitieron una declaración donde niegan cualquier responsabilidad en el ataque, aunque las autoridades ecuatorianas, basándose en la información recopilada a través de inteligencia, insisten en que este grupo está directamente vinculado a la emboscada, lo cual presenta un desafío significativo para la seguridad del estado.
5