Una vez más las apuestas se quedaron cortas. Esto podría resumir el sentimiento compartido por muchos analistas el martes pasado, luego de que el Dane publicara su informe sobre el desempeño de la economía colombiana durante el tercer trimestre del año.
y eso es todo El aumento anual del 3,6 por ciento no sólo superó las previsiones en casi medio punto, sino que fue el mayor en tres años. Debido a lo sucedido, distintas empresas continuaron aumentando el presupuesto que realizaban para todo el año 2025, ubicándolo cerca del 3 por ciento, cifra suficiente para colocar a Colombia por encima del promedio latinoamericano.
La cifra puede no ser espectacular a la luz del comportamiento de las últimas décadas, pero sin duda revela que el viento de cola sigue soplando. Parte del aumento se debe a un aumento del gasto público, pues, como señala un estudio económico del Banco de Bogotá, fue responsable de la mitad de la expansión del producto interno bruto (PIB) entre julio y septiembre.
Sin embargo, el consumo privado juega un papel protagonista en lo ocurrido. Además del frenesí en el manejo de la chequera oficial que causa gran preocupación ante el aumento de los descubiertos, los hogares no sólo han aumentado sus compras, sino que también muestran un buen humor que es persistente y contrastante con el pasado reciente.
Basta mirar la última encuesta de opinión de consumidores, realizada por Fedesarrollo. Según una encuesta correspondiente a octubre, La mayoría de las familias sienten que están mejor que hace un año y que este es un buen momento para comprar bienes como muebles o electrodomésticos.
En contraste, durante el mismo mes de 2024, el saldo de ambas respuestas arrojó un saldo negativo. Expertos señalan que situaciones inesperadas, como el comportamiento reciente del tipo de cambio que abarata la importación de bienes de consumo, influyen para que la realidad sea vista de manera más favorable.
Además, las expectativas para los próximos doce meses indican que el futuro se ve muy favorablemente. Tanto en la vida privada o familiar como en la economía del país en general, mucha más gente cree que las circunstancias serán favorables para el progreso.
Lo anterior no ignora que cuanto más variables se incluyen en la ecuación, los colombianos siguen siendo pesimistas sobre la situación nacional. Cuestiones como el orden público y la situación sanitaria encabezan la lista de preocupaciones.
Sin embargo, cuando se trata de economía, hay una actitud que roza el entusiasmo. Hasta ahora, las percepciones positivas se han visto respaldadas por el buen desempeño de varios sectores. Pero cabe preguntarse si la velocidad alcanzada en los últimos meses será sostenible en 2026. y cuáles son los peligros que acechan en el todavía joven renacimiento.
que se agrega
Diferentes datos demuestran que hay más dinero en el bolsillo de muchos. Para empezar, los ingresos laborales han aumentado, excepto por un ajuste significativo del salario mínimo el 1 de enero.
Baste recordar que el desempleo ha estado en mínimos (8,2 por ciento en septiembre) desde que el Dane comenzó a publicar informes mensuales a principios de siglo. En esta realización, el efecto de las nóminas públicas no es despreciable, porque De los 769 mil empleos creados hasta el momento en el territorio nacional, el 15 por ciento corresponde al segmento estatal.
En conferencia de prensa donde se presentó el desempeño del PIB, Patricia Urdinola, directora de la entidad encargada de las estadísticas, mencionó factores como la ampliación de las fuerzas policiales y militares, así como el reclutamiento que realiza la Registraduría, debido a la consulta y al periodo preelectoral. Otros hablan de un aumento de los pedidos de servicios, que puede atribuirse al Gobierno acusado de alimentar una nómina paralela.
Sin embargo, las menores tasas de desempleo se combinan con otros elementos que también inciden en un mayor poder adquisitivo. Entre ellas se encuentran las remesas del exterior, cuyo monto ya supera lo que se obtiene por la exportación de petróleo y derivados, rubro que ocupa el primer lugar en ventas al exterior.
No podemos ignorar el aumento de los precios del café, que beneficia a más de medio millón de productores de cereales. Asimismo, el comportamiento turístico sigue alcanzando máximos históricos, con 3,5 millones de visitantes registrados entre enero y septiembre.
Sumado a lo anterior, ha aumentado la demanda de préstamos. Al cierre del mes pasado, la variación de la cartera de consumo fue la mayor en varios años, mientras que la cartera comercial aún se encuentra en un nivel aceptable.
Y, por supuesto, no faltan quienes hablan de la gravedad de las actividades ilegales en un país donde la producción de cocaína está creciendo. Una subida del precio del oro a más de 4.000 dólares la onza también tendría un impacto, aunque sorprendentemente los cálculos oficiales hablan de un colapso de la extracción del metal, que proviene principalmente de la minería informal.
Estos elementos combinados nos permiten entender por qué hay algo así como una bonanza en ciertas categorías de bienes. Un buen ejemplo son las ventas de vehículos de cuatro o más ruedas, que el mes pasado tuvieron su mejor desempeño en más de una década. Por su parte, las motos no se quedan atrás en número de unidades entregadas, con casi 900.000 hasta octubre, lo que supone un salto del 36 por ciento respecto al mismo periodo del año pasado.
Dada esta evolución, no es del todo sorprendente que categorías como el comercio y la industria estén obteniendo resultados relativamente buenos, aunque su desempeño en el último trimestre se vio eclipsado por el departamento de administración pública más dinámico. La otra cara de la moneda la muestran aquellas áreas que se ven afectadas por las políticas gubernamentales, como las minas y el petróleo, así como la construcción, y especialmente el sector de la construcción.
Mención especial merece el sector agrícola, que tiene logros que mostrar, no sólo por el café. El cacao y la palma avanzan a buen ritmo, aumentando las exportaciones de un buen número de rubros. Esta parte positiva se extiende también a la ganadería, ya que el ganado vacuno, porcino y avícola también están progresando.
Balance de riesgos
Dada la combinación de buenos resultados y expectativas crecientes, no parece descabellado pronosticar que la economía en los próximos meses mostrará resultados similares a los del pasado reciente. Por razones relacionadas con la situación electoral, el gasto público seguirá siendo vigoroso, mientras que el gasto privado ayudará a iniciar un círculo virtuoso que debería traducirse en buenas ventas y creación de empleo.
Sin embargo, es imperativo observar qué puede salir mal para evitar sorpresas, incluso sin conducir a escenarios extremos como un deterioro repentino del entorno internacional o de la situación de seguridad en la región. Para dar un ejemplo con mayor grado de certeza, en el frente externo todo apunta a menores precios de los hidrocarburos, algo que eventualmente afectará a Colombia como consecuencia de los menores ingresos externos.
Al mismo tiempo, están surgiendo problemas internos que amenazan con afectar negativamente el buen humor actual respecto a la situación económica. Hay quienes creen que el aumento previsto del precio del gas, debido a la necesidad de incrementar las importaciones, afectará al bolsillo de las familias. y reducirá tu apetito cuando abras tu billetera.
Un elemento que aparece en la lista de riesgos potenciales es la aceleración de la inflación, que se niega a volver al ritmo establecido. Además, desde principios de este semestre, el ritmo de aumento ha aumentado ligeramente hasta el 5,5 por ciento anual. Ahora un gran temor recae sobre la corrección del salario mínimo debido a las señales enviadas por la administración de Peter.
No faltarán quienes digan que un aumento mucho mayor de la canasta familiar en el año que termina permitirá a cientos de miles de familias recuperar el poder adquisitivo perdido y estimular el crecimiento. El problema es que, como suele ocurrir, los excesos tienen un precio elevado. También en este caso, una reacción exagerada es como jugar con fuego al abrir la puerta a una espiral de aumentos en el valor de los bienes y servicios que, en última instancia, reduciría la demanda de los hogares.
Otro espectro que se avecina es la incertidumbre política, especialmente si la carrera electoral conduce a una mayor polarización. Un entorno lleno de ataques por ambas partes, que dificulta la construcción de consensos, puede llevar a que la confianza de una parte importante de la sociedad se vea afectada hasta tal punto que se pospongan importantes decisiones de compra.
Pero hasta que haya un cambio notable y verificable, los candidatos en la carrera se ven obligados a darse cuenta de que los votantes prestarán más atención a aquellos candidatos que se centran en las preocupaciones que consideran más apremiantes. La promesa de respetar la regla fiscal y controlar los sobrecostos del déficit no parece una alta prioridad cuando las actividades productivas y el empleo se están desempeñando relativamente bien.
Por ejemplo, La última encuesta del Centro Nacional de Consultoría sitúa la inseguridad como el principal problema del país, seguida de la corrupción. La economía, por el contrario, ocupó el quinto lugar, después de la salud.
Lo anterior no quiere decir que tengas que olvidarte del asunto. Aunque no se produzcan grandes convulsiones en este frente en el futuro próximo, el gran desafío para el Gobierno entrante será apretarse el cinturón para desactivar la bomba fiscal, sin convertirla en una parada brusca, sino en el deseado aterrizaje suave que permita seguir avanzando.
Camilo Herrera, de la empresa Raddar, recuerda que «cuando las familias compran muchos bienes duraderos, como ocurre ahora, luego dejan de comprar». Para el experto, el fin de ese ciclo llegaría en 2027, justo cuando sería necesario ajustar el gasto público.
¿Cuál sería la situación ideal? Fomentar un aumento de los ingresos del gobierno, junto con los ingresos de los hogares y las exportaciones, dice Herrera. Pero conseguir algo equivalente a la cuadratura del círculo no será fácil, especialmente en medio de tensiones y expectativas de diversa índole.
Además de tener la habilidad profesional y la credibilidad ante los ojos de la opinión para llevar a cabo una operación importante, quien llegue a la Casa de Nariño tendrá que demostrar una capacidad política excepcional para construir consensos y hacer sacrificios. Esto incluye atraer inversiones lo suficientemente importantes como para compensar el consumo público y privado que por las circunstancias quiere ser menos energético.
Mientras tanto, lo que hay que entender es que incluso si la economía colombiana está mostrando resiliencia y funcionando mejor de lo esperado originalmente, sufre múltiples dolencias. La opción es dejar que gane fuerza, sabiendo que el aparato estatal tendrá que someterse a un tratamiento de adelgazamiento, que será más traumático cuanto más tarde.
Hace un siglo, Alfonso López Pumarejo acuñó la famosa frase «prosperidad a deuda» para referirse a la bonanza efímera provocada por la expansión del gasto público. Es cierto que el país de hoy es muy diferente de lo que era entonces, pero lo que queda es el desafío de sostener el crecimiento sobre bases sólidas y al mismo tiempo aprender las lecciones de su propia historia.
RICARDO ÁVILA PINTO
Especial para EL TIEMPO
Experiencia de usuario: @ravilapinto