Japón está atravesando una de las transformaciones más cruciales de las últimas décadas: su rearme. Es su política de defensa más agresiva desde la Segunda Guerra Mundial, y el Ministerio de Defensa justifica porque estamos en la “fase más severa y compleja de los últimos 80 años”. Y no hay nada que ejemplifique mejor el rearme japonés que un cañón que, hasta no hace mucho, era materia de ciencia ficción.
El cañón electromagnético.
Reconfiguración. A partir de la década de 1990, Japón dejó de invertir significativamente en sus Fuerzas de Autodefensa. El estallido de la burbuja económica, la “década perdida” y las dificultades demográficas hicieron que el gasto militar del 1% del PIB adoptado tras la Constitución de 1947 se mantendría. En 2023, las cosas cambiaron. Como resultado de la complejidad geopolítica, ellos decidieron que invertirían el 2% de su PIB en rearme. En cifras, hablamos de unos 271.000 millones de euros hasta 2027, pero recientemente El objetivo se ha adelantado a marzo de 2026.
Esta reconfiguración se manifestará en cuatro dimensiones: el mencionado aumento del gasto militar, la reestructuración de las Autodefensas, una flexibilización de las restricciones a la exportación de armas y la ampliación de las capacidades ofensivas de largo alcance. Ahí es donde entra en juego el cañón de riel.
Cañón electromagnético. Al igual que la pólvora, dispara un proyectil que gana velocidad a medida que atraviesa un cañón. Sin embargo, utiliza electricidad en lugar de pólvora. Dos rieles metálicos forman un circuito que, al cerrarse por el proyectil, genera un intenso campo magnético. Esto produce una fuerza bestial que impulsa el proyectil a gran velocidad, permitiendo disparos hipersónicos, precisos y de largo alcance. esta velocidad permitiría que viajaría sin desvíos incluso en las condiciones climáticas más desfavorables.
Japón ha estado invirtiendo en este campo desde medio de la década de 2010, y hace unas semanas, la Agencia Japonesa de Adquisiciones, Tecnología y Logística (ATLA) realizado la primera prueba Disparo documentado de un cañón electromagnético naval contra un barco real. Montado En el barco de pruebas JS Asuka, el prototipo es un cañón de 40 milímetros de calibre y seis metros de longitud.
Se necesitan cuatro enormes contenedores de energía para impulsar el arma y los proyectiles utilizados fueron pequeños misiles de unos 320 gramos, estabilizados por aletas y sin cabeza explosiva. No hace falta una explosión: al alcanzar esos 2.300 metros por segundo, la energía cinética es comparable al de un coche de 1.000 kilos que choca contra algo a 140 km/h.
Éxito. Durante ellos, el sistema logró un récord al disparar proyectiles a una velocidad de 2.300 metros por segundo. Es una velocidad de Mach 6-7, pero además, también llevaron al límite la vida útil del cañón. La estimación fue de unos 120 disparos, ya que se estableció en fases anteriores de la investigación, pero ellos obtuvieron Realiza más de 200 disparos sin que el sistema falle.
ATLA había realizado pruebas en mar abierto antes, pero nunca contra un objetivo real. Y aunque ya habían comentado que las pruebas fueron un éxito, ahora han compartido Fotografías en las que se pueden ver los agujeros que dejaron estos proyectiles. El barco objetivo estaba en movimiento, pero debido a la enorme velocidad y estabilidad de los proyectiles gracias a la enorme potencia del sistema, los orificios de entrada permiten una visión casi perfecta de la “cruz” que deja el proyectil al atravesar el casco.
Desafíos. Ahora bien, entender cómo funciona un cañón de riel es fácil, pero ejecutarlo es sumamente complejo. Es un desafío técnico brutal debido a varios factores:
- El estabilidad del cañón: el sistema genera un calor tremendo, por lo que los sistemas de disipación deben ser lo suficientemente eficaces como para no comprometer la integridad del cañón. El desgaste no sólo afecta a la velocidad y precisión del proyectil, sino que también puede provocar accidentes en la propia embarcación.
- El energía: al requerir tanta electricidad para funcionar, debe contar con sistemas de almacenamiento lo suficientemente grandes como para permitirle operar con la potencia necesaria y durante sesiones de fuego intenso.
- Miniaturización del sistema: estos cañones son extremadamente grandes y, aunque ATLA ha conseguido contenerlo bastante, montarlos en barcos no es fácil tanto por la longitud del propio cañón como por el conjunto de baterías necesarias. Integrar un cañón de riel en un barco no es fácil.
Perspectivas. Actualmente, ATLA está trabajando en la evolución de un sistema que quizá no esté tan alejado de la acción como se pensaba hace unos meses, y que su miniaturización permitiría montarlo en otro tipo de vehículos, además de en líneas de defensa terrestres. Pero además de como arma, la agencia ha mencionado que el concepto de aceleración electromagnética podría aplicarse a otros ámbitos.
Por ejemplo, “lanzadores masivos” que permitirían lanzar materiales electromagnéticamente en el transporte espacial. El problema es que se suman otros desafíos, como la imperiosa necesidad de calcular milimétricamente la trayectoria o desarrollar métodos de recuperación de estas mercancías.
Estados Unidos y China. Y, aunque pueda parecer una prueba más de armas, lo que ha conseguido Japón es un hito. Después de quince años de investigación y alrededor de 500 millones de dólares invertidos en la tecnología, Estados Unidos abandonó el desarrollo de cañones de riel electromagnéticos en 2021 (aunque ahora cuentan con versiones más grandes). Japón ha perseverado y sus pruebas demuestran que el sistema puede ser viable en un contexto del mundo real. Y otro que ha seguido desarrollando esta tecnología es China.
Lo mantienen más en secreto, pero ya hemos visto imágenes de barcos chinos con un cañón electromagnético y contenedores de energía en el frente. Y que, precisamente, sean estos dos países los que estén dando pasos adelante a la hora de desarrollar esta tecnología no es casualidad.
Ambos están inmersos en la guerra tecnológica, pero también en una escalada de tensión militar que lleva meses y que está llevando a ambos países a acusarse mutuamente de invadir sus respectivos territorios.
Imágenes | atla, Fuerza de Autodefensa Marítima de Japón
En | Taiwán ha tenido una idea si Pekín la invade: sorprender a China bajo tierra