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En 1521 España estableció una tímida colonia en la isla de Borneo. Hoy exigen 15.500 millones de euros por ello – Tinta clara

  • noviembre 13, 2025
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En un rincón del sudeste asiático, la isla de Borneo ha sido escenario de un enredo histórico que parece sacado de una novela. Lo que comenzó hace más

En 1521 España estableció una tímida colonia en la isla de Borneo. Hoy exigen 15.500 millones de euros por ello

 – Tinta clara

En un rincón del sudeste asiático, la isla de Borneo ha sido escenario de un enredo histórico que parece sacado de una novela. Lo que comenzó hace más de un siglo como un acuerdo comercial entre un sultán local y empresarios europeos hoy se traduce en demandas multimillonarias y arbitrajes internacionales que involucran a España, Malasia y los descendientes del sultanato de Joló.

Lo sorprendente es que el origen de todo este lío se remonta a un detalle que muchos pasarían por alto, pero teniendo en cuenta que cuando ocurrió la isla estaba bajo jurisdicción española, un siglo y medio después, el embrollo judicial se ha extendido a una España que se ha visto envuelta en un pleito por 15.500 millones de euros sin problema.

Firma del acuerdo y movimientos coloniales

En 1878, la isla de Borneo estaba bajo administración española en determinadas zonas, aunque la autoridad real correspondía al sultán de Joló, máxima autoridad en un pequeño reino musulmán situado al norte de dicha isla.

Ese año, el sultán Jamalul Alam firmó un acuerdo con dos empresarios británicos, el barón de Overbeck y Alfred Dent, para la explotación de los recursos naturales de la zona. Sin embargo, para los descendientes del sultán, ese contrato tenía carácter de arrendamiento, mientras que para los británicos implicaba una cesión definitiva. Primer punto de desacuerdo.

España, como potencia administrativa de la época, dejó constancia de sus límites y ni pinchó ni cortó ni recortó en aquel acuerdo.

Reproducción del acuerdo de 1878

En 1885 el Protocolo de Madrid entre el Reino Unido, Alemania y España, con lo que España renunció formalmente a cualquier derecho sobre Borneo y reconoció el control británico de la zona, dejado en las manos de la Compañía Británica de Borneo del Norte para la explotación colonial y pasó a formar parte de los territorios coloniales británicos.

Ya en 1963, la isla de Borneo estaba integrado en la recién formada Malasia, y el sultanato de Joló se integró como el estado de Sabah. Según el acuerdo firmado en 1878, el gobierno de Malasia era el «heredero» de esa transferencia/arrendamiento del territorio, por lo que mantuvo un pago simbólico pago anual de unos 5.300 ringgit (unos 1.110 euros al año al tipo de cambio) a los herederos del sultán.

Sin embargo, en las décadas de 1980 y 1990 se descubrieron yacimientos de petróleo y gas en ese territorio, por lo que Malasia, a través de la empresa Petronas. Con un tesoro de tal magnitud bajo el suelo de su territorio y con diferencias de opinión sobre el significado del acuerdo inicial, los herederos del sultán de Joló comenzaron a presionar a Malasia para que les devolviera sus tierras. Algo que Malasia rechazó de plano.

Invasión de Sabah y comienzo de la batalla.

Todo cambió en 2013, cuando un grupo de 235 personas vinculadas a los herederos del sultán de Joló invadieron Sabah, iniciando lo que se conoció como la Conflicto de Lahad Datureclamando la soberanía de la región.

Malasia respondió con fuerza militar y detuvo a los rebeldes declarando que el estado de Sabah era parte de la soberanía de Malasia. En represalia, decidió suspender los pagos históricos a los descendientes del sultán. Esta suspensión marcó el inicio de una larga disputa legal internacional ya que ahora los herederos no tenían el derecho de propiedad de las tierras ni Malasia reconocía el acuerdo firmado en 1878.

Dado que en 1878 el reino de Sabah estaba bajo control administrativo de España, los herederos del sultán consideraron que la jurisdicción histórica pertenecía a España y solicitaron el arbitraje en España, confiando en que los tribunales del país pudieran actuar como instancia neutral para resolver el conflicto entre Malasia y los herederos del sultán de Joló.

Territorio en disputa

Del desacuerdo comercial al conflicto internacional multimillonario

En 2019 y ya en España, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) asignó en principio el arbitraje al abogado Gonzalo Stampa. Sin embargo, en 2020 y luego de estudiar el caso con más detalle, el mismo tribunal ordenó al árbitro Stampa detener el arbitraje al determinar que el Estado de Malasia no podía ser juzgado por otro Estado.

Pese a la inhabilitación y órdenes de la justicia española, Stampa hizo caso omiso y continuó con el proceso de mediación.

Al estar prohibido en España, Stampa trasladó el arbitraje a París y, en 2022, dictó un premio favorable a los herederos del sultán. En el premio emitido por Stampa, que recordamos en aquel momento era «gratuito» y sin el reconocimiento de España, se podía leer: «[…] el Árbitro decide que los Demandantes tienen derecho a recuperar del Demandado el valor de restitución de los derechos sobre el territorio arrendado en Borneo del Norte. […] y ordena al demandado pagar a los demandantes la suma de 14.920 millones de dólares».

Pintura del Sultán de finales del siglo XIX.

Es decir, no sólo había ignorado las instrucciones de la justicia española, sino que condenó a Malasia a pagar una indemnización de 15.000 millones de dólares a los herederos.

Obviamente, ni Malasia ni España ni siquiera Tribunal de Apelación de París y luego el Tribunal de Casación Los franceses reconocieron la nulidad del arbitraje. De hecho, la Corte Suprema recientemente condenado para arbitrar a Stampa por desacato y usurpación de funciones.

Aunque ninguna autoridad reconoció este arbitraje, los herederos intentaron hacer cumplir el laudo confiscando activos malasios, en forma de activos de Petronas, en Holanda y Luxemburgopero los tribunales europeos suspendieron temporalmente la acción.

Al mismo tiempo, los herederos del sultán de Joló presentaron una nueva denuncia contra España reclamando 15.500 millones de euros, alegando que el país había obstaculizado la ejecución del laudo. Esta demanda acaba de ser despedido por el tribunal del CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones) dependiente del Banco Mundial, que consideró que no había «inversión protegida» y condenó a los herederos a asumir los costos del procedimiento.

El resultado es que España sale del diferendo sin pagar un solo euro, mientras la batalla legal por el territorio y las compensaciones contra Malasia sigue abierta y en múltiples frentes en Europa y Asia. Lo que comenzó como un acuerdo entre un sultán y algunos empresarios hace más de 140 años se ha convertido en un complejo enredo judicial internacional que casi nos ha costado 15.500 millones de dólares en vano.

El embrollo legal aún no tiene fin a la vista. No lo celebremos todavía.

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Imagen | Wikimedia Commons (Kawaputra)