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Qué difícil es proteger el cobre en una red de 15,000 km

  • mayo 7, 2025
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«No puede monitorear las 24 horas de 15,000 kilómetros de la red, pero tendrá que poner más medios». Esta afirmación fue realizada ayer durante una entrevista en Antena3

Qué difícil es proteger el cobre en una red de 15,000 km

«No puede monitorear las 24 horas de 15,000 kilómetros de la red, pero tendrá que poner más medios». Esta afirmación fue realizada ayer durante una entrevista en Antena3 por el presidente de Renfe, Álvaro Fernández de Heredia. Esta frase es notable por varias razones: primero, la importancia de lo que menciona; segundo, el tono empleado; y tercer, la relevancia del momento en que lo dice. La queja del operador ferroviario se da en un contexto complicado, tras un episodio caótico en la línea de aves entre Madrid y Sevilla, que experimentó horas de desorganización el domingo a causa del robo de cable de cobre en múltiples ubicaciones de la red.

El incidente no solo es serio, sino que pone en evidencia un tema más preocupante: la dificultad de proteger una extensa red ferroviaria de miles de kilómetros, como es el caso de España, que cuenta con una red de 15,519 kilómetros.

Colapso en la línea de Madrid-Sevilla. La situación en la línea de aves entre Madrid y Sevilla, considerada el decano de la alta velocidad en España, no fue la mejor durante la noche del domingo y la mañana del lunes. Se registraron demoras prolongadas, ciertas estaciones colapsaron, y más de 16,000 pasajeros se vieron afectados. Si bien este colapso coincidió con un incidente ocurrido con un tren de la empresa iryo, tanto ADIF como el ministro de Transporte, Óscar Puente, apenas tardaron en señalar la relación entre ambos eventos y el robo de cable acontecido en la línea.

«Una ley de sabotaje grave». En medio de la situación en la línea de aves, Óscar Puente describió lo sucedido como un «acto de sabotaje serio». Específicamente, mencionó el robo de cable en varios puntos distribuidos a lo largo de aproximadamente diez kilómetros. Se reportaron robos en cinco lugares distintos entre el PK 102+200 y 92+800 en la provincia de Toledo, resultando en una sustracción total de 150 metros de cable de cobre.

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Un botín de 300 euros. La inquietante pregunta que surgió el domingo y ha continuado siendo objeto de debate es la razón detrás de este «sabotaje». El cobre, aunque ha sido objeto de alta demanda debido a su valorización en los mercados internacionales, especialmente desde la guerra comercial iniciada por Trump, resulta ser bastante escaso en la red de transporte. La delegación del gobierno ha estimado que el valor del material robado apenas llega a 300 euros. Esto sugiere que el objetivo real tras el robo era «interrumpir el servicio». El cable sustraído, a pesar de su bajo valor monetario, es esencial para el funcionamiento de la línea.

Puente mantiene su postura, hablando de «una acción coordinada» llevada a cabo por personas que «sabían exactamente lo que estaban haciendo», mientras que el debate político cobra fuerza. El PP ha señalado la situación como una muestra del «deterioro evidente» de los servicios públicos y ha demandado una «auditoría de toda la red». Más allá de la polarización política o de las investigaciones que se han iniciado en un tribunal de Toledo, lo que ocurrió en la línea de aves entre Madrid y Sevilla plantea una cuestión crucial:

¿Es tan fácil robar en la red? No es la primera vez que la infraestructura ferroviaria sufre robos o actos de sabotaje. En 2022, la Guardia Civil desarticuló una banda responsable de la sustracción de cobre en diversas líneas de alta velocidad en Valladolid, Palencia y Burgos. En total, el valor de lo robado ascendió a 185,000 euros. Además, en 2015, fueron arrestadas 28 personas de una red en Madrid vinculada al robo de más de 30,000 metros de cable ferroviario en diversas comunidades, estimándose que sus actividades perjudicaron a la red por un valor cercano a 840,000 euros.

El caso de Rodalies. Estos incidentes son solo un par de ejemplos que se pueden encontrar en diversas publicaciones. Existen muchos más distribuidos por toda la geografía española, y no afectan únicamente a la red de alta velocidad. De hecho, un año atrás, Cataluña sufrió el robo de 40 metros de cable en la red de Rodalies, a solo 300 metros de la estación de Montcada-Bifurcació, lo que culminó en una interferencia significativa en el servicio.

Ayer, Europa Press informó sobre el balance de las fuerzas de seguridad, que reveló que solo en 2024 se registraron 4,433 robos de cable de cobre y materiales conductores, un aumento del 87% en comparación con hace cinco años. Además, 987 personas fueron detenidas o están bajo investigación, siendo esta cifra el doble en comparación con 2019. Aunque esta estadística se refiere de forma general a todos los robos, también ilustra la frecuencia con la que ocurren estos delitos y su posible relación con el aumento de precios del cobre.

Una gran red, un gran desafío. La reflexión fue compartida por Fernández de Heredia durante su entrevista en Antena3: España posee una vasta red ferroviaria (sumamente extensa), lo que representa, al mismo tiempo, una oportunidad y un considerable desafío de seguridad. Según informes, ADIF gestiona 15,519 kilómetros, con 9,984 de estos electrificados y más de 3,700 de alta velocidad de distintos tipos.

Esta cifra se refiere únicamente a la infraestructura gestionada por ADIF. En 2021, el organismo publicó un contrato para servicios de vigilancia y seguridad durante tres años (desde abril de 2022 hasta marzo de 2025) que alcanzó los 210.8 millones de euros. No obstante, el reto de supervisar toda esta red es enorme. Puente aclaró que los 150 metros de cable robado este fin de semana fueron sustraídos de áreas de acceso complicado, como zonas boscosas y olivares.

«Tendremos que poner más medios». «No puede monitorear las 24 horas de 15,000 kilómetros de la red, pero tendrá que presentarse más medios para evitarlo porque el trastorno causado por estos robos a los viajeros es muy alto», insistió ayer el presidente de Renfe. En el pasado, en tiempos de amenazas terroristas, el gobierno ha recurrido al uso del ejército para garantizar la vigilancia de las líneas, como ocurrió en julio de 2005, tras los atentados en Londres.

Imágenes | Nelso Silva (Flickr) y Ministerio de transporte (x)

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