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el cambio de hora ya no sirve – Tinta clara

  • octubre 26, 2025
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Dos veces al año repetimos el mismo ritual: mover las manecillas del reloj, consultar el microondas, poner el despertador. Un pequeño gesto que cambia nuestra rutina y que,

el cambio de hora ya no sirve

 – Tinta clara

Dos veces al año repetimos el mismo ritual: mover las manecillas del reloj, consultar el microondas, poner el despertador. Un pequeño gesto que cambia nuestra rutina y que, durante décadas, decían prometía ahorros que ya casi nadie ve. Aunque este año podría ser uno de los últimos. Pedro Sánchez ha anunciado que el Gobierno propondrá a la Unión Europea eliminar el cambio horario estacional para el próximo año.

Pero la pregunta que aquí nos ocupa es: ¿realmente ayuda a ahorrar energía?

Navegación pronto. Según un análisis elaborado por Papernestel cambio de hora apenas mueve la aguja del consumo eléctrico. El informe, basado en datos de Red Eléctrica de España (REE) entre 2020 y 2024, revela que el ajuste horario tiene hoy un efecto casi imperceptible en la demanda de luz. «El cambio de hora ya no tiene un efecto claro sobre el consumo eléctrico. Desde hace varios años se observa un aumento incluso durante las tardes», afirma el informe al que hemos tenido acceso.

Más en profundidad. El análisis compara la semana anterior y posterior a cada cambio horario durante cinco otoños consecutivos. Los resultados muestran variaciones muy pequeñas –entre -6% y +2%– y sin ningún patrón. En tres de esos cinco años, el consumo en el periodo de mayor actividad interna (de las 18.00 a las 23.00 horas) incluso aumentó entre un 0,3% y un 2,4%.

Sólo en 2022 se registró una caída significativa del consumo, cercana al 6%, aunque los analistas lo atribuyen al excepcional contexto energético de aquel otoño: precios récord de la electricidad, menor demanda general y uso más moderado de la calefacción. Un descenso puntual que, según el informe, no está directamente relacionado con el cambio horario.

Fuente: Papernest (2025), con datos de Red Eléctrica de España (REE).

En resumen, los hogares españoles consumen prácticamente la misma electricidad antes y después del cambio. Ni la luz natural ni las temperaturas parecen tener una influencia apreciable. «Esto refleja que el impacto del cambio de hora en el consumo eléctrico de los hogares actuales es prácticamente insignificante», concluye Papernest.

Los nuevos hábitos diluyen los supuestos ahorros. Si hace décadas el cambio horario servía para aprovechar mejor la luz del día y reducir el gasto, hoy la estructura del consumo eléctrico ha cambiado por completo. El informe señala varios factores: teletrabajocalefacción eléctrica, dispositivos conectados y el uso continuado de electrodomésticos que antes solo funcionaban en determinadas gamas. Es decir, el consumo ya no se concentra únicamente en las horas de luz. La actividad eléctrica se ha “deslocalizado” a lo largo del día y la idea de que adelantar o atrasar el reloj una hora puede marcar una diferencia notable ya no es cierta.

Además, el propio documento destaca que las pequeñas variaciones entre semanas no pueden atribuirse a cambios de temperatura o de radiación solar: no existe una correlación consistente entre las condiciones meteorológicas y las oscilaciones de la demanda.

¿Y en el bolsillo? Ni. Papernest calcula que el ahorro medio por hogar apenas alcanza los 1,4 euros al año, incluso en el escenario más optimista. El cálculo se basa en el consumo medio anual por hogar en España (3.487 kWh, según iberdrola), una reducción media del 1,4% tras el cambio horario y un precio medio de 0,132 euros por kWh. «Incluso en este escenario optimista, el efecto económico del cambio de hora es prácticamente insignificante en comparación con la factura anual de electricidad», resume el informe.

Traducido a una cifra comprensible, el ajuste del tiempo ahorra alrededor de 0,12 euros a la semana, o el equivalente a una hora de una bombilla LED encendida. Es un gesto simbólico más que una medida de eficiencia. Con el ahorro fuera de la ecuación, el debate se ha trasladado a otra área: la del cuerpo y la mente. El argumento energético se ha vuelto obsoleto. Entonces, ¿qué razones quedan para mantener o eliminar el cambio horario?

El foco en la salud y el bienestar. El consenso entre los especialistas de la Sociedad Española del Sueño (SES) y otras instituciones científicas es claro: el horario de invierno -el adoptado ahora en octubre- es el más adecuado desde el punto de vista biológico.

Estudios internacionales respaldan esta idea: mantener el horario invernal favorece el descanso, reduce la fatiga y mejora la seguridad matutina. Por el contrario, el horario de verano permanente puede generar un constante “jet lag social”, especialmente en las zonas más occidentales del país, donde las salidas del sol se retrasarían hasta pasadas las nueve y media de diciembre.

El reloj ya no cambia nada. Cinco años de datos y el mismo resultado: cambiar la hora no ahorra energía, ni dinero, ni esfuerzo. El ser humano es un animal de costumbres, por lo que ha sobrevivido al cambio de los tiempos por la inercia del gesto simbólico. Actualmente, el consumo eléctrico depende más de nuestras rutinas, el clima y la tecnología que del sol que entra por la ventana.

Quizás, como tituló mi colega: “El país que no se cansa de hacerse daño: la verdad sobre el cambio de hora es que es una polémica en la que sólo podemos perder”. Este fin de semana volveremos a retroceder los relojes, pero el tiempo que realmente cuenta, el del consumo y el descanso, ya no se mueve. Y puede que, literalmente, sea hora de dejar de moverlo.

Imagen | FreePik y desempaquetar

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