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Hemos estado buscando la cura definitiva de las alergias durante años y aún no hemos resuelto el gran problema: comprenderlos

  • abril 27, 2025
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El final de las lluvias y la llegada del buen clima traen consigo no solo días soleados y temperaturas agradables, sino que también pueden tener una «espalda oscura»:

Hemos estado buscando la cura definitiva de las alergias durante años y aún no hemos resuelto el gran problema: comprenderlos

El final de las lluvias y la llegada del buen clima traen consigo no solo días soleados y temperaturas agradables, sino que también pueden tener una «espalda oscura»: las alergias. La primavera, y particularmente los meses de mayo y junio, nos enfrentan a la proliferación de polen, un alérgeno significativo que se convierte en la causa principal de los estornudos y otros síntomas incómodos que experimentan muchas personas durante esta época del año.

La forma más común de abordar este tipo de alergias es a través de antihistamínicos, que son medicamentos diseñados para bloquear los efectos de histamina, un neurotransmisor que juega un papel crucial en el sistema inmunológico. Es esencial recordar que las alergias son fundamentalmente una respuesta del sistema inmune a sustancias externas que nuestro cuerpo identifica como peligrosas, aunque en realidad no sean dañinas.

Los antihistamínicos son muy eficaces para mitigar los síntomas alérgicos, pero es importante destacar que, si bien ayudan, no curan de forma definitiva estos trastornos. Actualmente no existe una cura para las alergias, aunque afortunadamente hay varias vías que se están explorando con la esperanza de lograr una mejor solución en el futuro. La ciencia avanza y cada día estamos más cerca de encontrar respuestas efectivas.

Uno de los tratamientos que a menudo se mencionan al considerar la curación de las alergias son las vacunas. Lo que entendemos hoy como vacunas para las alergias son inyecciones que están basadas en la inmunoterapia. Este enfoque no se aleja mucho del concepto de las vacunas convencionales, ya que se trata de administrar pequeñas cantidades de los alérgenos que causan la reacción alérgica, con el fin de sensibilizar el sistema inmunológico sin desatar una reacción alérgica intensa. Aunque son un tratamiento útil para muchas personas, aún no resuelven el problema en su totalidad, lo que significa que los pacientes necesitarán recibir inyecciones de forma periódica para mejorar su respuesta inmune hacia los alérgenos.

¿Qué opciones siguen abiertas en la investigación? Hace casi una década, comenzamos a explorar algunas de las líneas de investigación en busca de una cura para las alergias. Entre estas opciones se encuentran las «terapias biológicas», que son tratamientos que se centran en anticuerpos, proteínas que nuestro cuerpo produce cuando detecta sustancias que considera dañinas.

Estos tratamientos siguen siendo una de nuestras grandes esperanzas en el ámbito de la alergología. Un ejemplo notable es Omalizumab, un medicamento que se desarrolló inicialmente para combatir el asma y que fue aprobado en los Estados Unidos hace aproximadamente dos décadas.

En los últimos años, la ciencia ha validado esta opción terapéutica. Un estudio reciente, publicado en 2022 en la revista Alergia clínica y traslacional, ofreció resultados alentadores al demostrar que este medicamento es efectivo en la prevención de la rinitis alérgica primaveral.

Entender el problema

Para comprender cómo ha evolucionado nuestro conocimiento sobre las alergias en los últimos años, es fundamental reconocer la complejidad de encontrar una cura definitiva. El dilema radica en que aún no entendemos las alergias con la profundidad necesaria para identificar una solución definitiva.

Todavía hay incertidumbres sobre por qué algunas personas sufren de ciertas alergias mientras que otras experimentan distintas reacciones, y al mismo tiempo, otras no enfrentan problemas alérgicos en absoluto. No se comprende tampoco por qué algunas alergias son permanentes, dado que el anticuerpo comúnmente asociado con ellas generalmente no se mantiene en el cuerpo por largos períodos de tiempo.

Dos estudios publicados el año anterior en la revista Ciencia de la medicina traslacional pueden ofrecernos una mejor comprensión del contexto, al abordar al menos este último aspecto. La respuesta probablemente reside en un anticuerpo que comúnmente no asociamos con las alergias: la inmunoglobulina G (IgG) y las células responsables de su producción.

Las investigaciones revelaron que algunas células que producen IgG también generan inmunoglobulina E, un anticuerpo vinculado a las alergias, cuando entran en contacto con un alérgeno. Por lo tanto, el misterio detrás de la «memoria» alérgica se podría encontrar en estas células especializadas.

Sin embargo, antes de que la situación mejore, todo parece indicar que el problema de las alergias podría empeorar. Esto se debe a que cada vez más personas sufren de trastornos alérgicos. Existen diversos factores que podrían contribuir, ya sea de forma individual o conjunta, al rápido incremento del número de personas alérgicas en el mundo.

Una de estas hipótesis es la de la higiene. Según esta teoría, dado que nuestro sistema inmunológico se «entrena» a través de la exposición a agentes externos, la falta de exposición en las etapas tempranas de la vida puede llevar a que nuestro sistema no reconozca estos agentes como algo normal. Así, cuando se expone a ellos más adelante, reacciona de forma desproporcionada.

Desde una perspectiva ambiental, también es crucial considerar la influencia de los contaminantes atmosféricos, que pueden impactar nuestras vías respiratorias y potenciar sus efectos en combinación con los alérgenos habituales, agravando aún más la situación.

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