La amenaza invisible que pone en riesgo la biodiversidad marina del Atlántico
abril 23, 2025
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En las aguas del mar Caribe colombiano, se presenta una amenaza que, aunque pequeña, es sumamente poderosa: los microplásticos. Estos diminutos fragmentos, que miden menos de cinco milímetros,
En las aguas del mar Caribe colombiano, se presenta una amenaza que, aunque pequeña, es sumamente poderosa: los microplásticos. Estos diminutos fragmentos, que miden menos de cinco milímetros, son el resultado de la descomposición de plásticos más grandes y han emergido como una grave amenaza silenciosa para los ecosistemas marinos. Su capacidad de infiltrarse en las cadenas alimenticias los convierte en un problema insidioso y de difícil resolución.
Recientemente, un estudio científico realizado en las costas del municipio de Bañera, en el Atlántico, ha evidenciado por primera vez la interacción entre estas partículas contaminantes y el zooplancton, una comunidad de organismos que desempeña un papel crucial en el equilibrio ecológico de los océanos y mares.
Primera evidencia científica
Este estudio, que fue publicado en el boletín de contaminación marina, fue liderado por el equipo de investigadores conformado por Alex Paternina-Ramos, Adriana Gracia y Nelson Rangel-Buitrago, todos de la Universidad de Atlantic. Los investigadores realizaron un análisis exhaustivo de la concentración de microplásticos (MP) y su relación con los organismos de zooplancton presentes en las aguas superficiales de Puerto Sailro, un área costera de alto valor ecológico.
Microplásticos que llegan a las playas. Foto: Istock
En un total de cuatro campañas de muestreo en Playas de Palmarito, Pipa Dulce, Playa de Mendoza y Puerticro, se recolectaron 22,000 individuos de zooplancton, que pertenecen a 11 grupos diferentes. Durante este proceso, se detectaron 614 partículas de microplásticos, lo que dio como resultado una densidad promedio de 5.43 microplásticos por metro cúbico de agua.
El estudio resalta la importancia del zooplancton, que incluye pequeños organismos como copépodos, moluscos y larvas apendiculares, ya que forma parte del primer nivel de consumidores en la red trófica marina.
De acuerdo con los investigadores, «Son la base de alimentos para peces, medusas y crustáceos, muchas de las cuales son especies de interés comercial». La comunidad de zooplancton analizada mostró una alta predominancia de copépodos (54.66 %), seguidos por larvas de moluscos (15.17 %), quetognatos (10.29 %) y apendicularios (9.35 %).
El estudio se realizó en las playas del municipio de Tubará, Atlántico. Foto: Cortesía N. Rangel
La interacción del zooplancton con los microplásticos no puede ser ignorada; el análisis reveló una proporción promedio de 0.0086 partículas microplásticas por cada organismo. Este dato sugiere una exposición constante a los microplásticos, lo cual es potencialmente dañino para la fauna marina. «Aunque este número puede parecer bajo, estas partículas podrían ser ingeridas accidentalmente y luego ser transferidas a lo largo de la cadena alimentaria», advirtió el investigador Rangel-Buitrago. «Esto no solo aumenta los riesgos para la fauna marina, sino también para la salud humana», añadió.
Una carga invisible que llega del río Magdalena
El análisis de los microplásticos encontrados en la investigación mostró que el 93.49 % eran fibras, mientras que los fragmentos y películas representaron el 5.86 % y el 0.65 %, respectivamente. Los colores que predominaban en la muestra eran rojo, negro y azul, y el análisis de espectroscopía FTIT identificó que los microplásticos eran polímeros como polipropileno, poliéster y algodón, que son comúnmente utilizados en textiles y envases.
Un hallazgo significativo del estudio es que una de las principales fuentes de este tipo de desechos es el Río Magdalena, que según estudios anteriores, podría estar descargando hasta 16,700 toneladas de plástico al mar Caribe anualmente. Las corrientes alimentan estas partículas hacia áreas de gran valía ecológica y turística, como lo son las playas de Tubará, que a su vez enfrentan problemas de erosión costera y una falta de infraestructura adecuada para el tratamiento de residuos.
Los arroyos de Barranquilla vierten basura al río Magdalena. Foto: Alcalde de Barranquilla
Ante estos alarmantes descubrimientos, los autores del estudio hacen un llamado urgente para robustecer los sistemas de monitoreo y establecer políticas públicas integrales que enfrenten esta crisis. Además, sugieren un enfoque multidisciplinario que combine estudios químicos, biológicos y físicos para comprender mejor la dispersión de estos contaminantes, su acumulación en los organismos y determinar su verdadero impacto ecológico.
«No se puede conservar lo que no se conoce», concluyen los investigadores. “Este estudio marca un hito esencial en la protección de nuestros ecosistemas costeros y en comprender la magnitud de la contaminación plástica en el mar caribeño colombiano«
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