Turner Paint «Snowstorm – Steamboat frente a la entrada de un puerto» (1842).Imagen: AKG-Images/Picture Alliance William Turner es considerado uno de los artistas románticos históricos más prominentes. Con
Turner Paint «Snowstorm – Steamboat frente a la entrada de un puerto» (1842). Imagen: AKG-Images/Picture Alliance
William Turner es considerado uno de los artistas románticos históricos más prominentes. Con Majestad, la majestad de la naturaleza encarnada en el lienzo.
William Turner, un nombre que resuena con el eco de la grandeza artística, es sin duda uno de los exponentes más significativos del Romanticismo. Su retrato, que adorna el billete de 20 libras, simboliza su impacto perdurable en el mundo del arte. Joseph Mallord William Turner (1775-1851) no solo dejó una huella en la historia del arte, sino que también transformó la forma en que los humanos interactúan con la luz, el color y su entorno. Turner es conocido por la creación de escenas que parecen fluir, donde la luz y el color se entrelazan de manera mágica.
A lo largo de su vida, Turner no se limitó a explorar solo el Reino Unido; también viajó extensamente por Europa, abarcando lugares como los Países Bajos, Bélgica, Francia, Italia y Alemania. Fue en su travesía por el Rhin donde su amor por la naturaleza se agigantó, creando paisajes que no solo capturaron la esencia del lugar, sino que también inspiraron a un número significativo de británicos a visitar Renania. Este impulso turístico convirtió a la región en un destino popular, gracias a la visión de Turner, un pionero del Romanticismo en esta área.
Sin embargo, el fervor de Turner por Venecia no tiene igual. En tres ocasiones diferentes —1819, 1833 y 1840— él entró en la ciudad de los canales, donde el esplendor y la luz jugaron un papel crucial en su evolución artística. Con el tiempo, su técnica se tornó más etérea, con un uso creciente de la luz como un elemento clave para infundir sus obras con un aire mágico, casi de cuento de hadas. Esta particular forma de representación le permitió a Turner capturar no solo la esencia de un momento, sino también el espíritu de toda una época, ayudándolo a hacer eco en los corazones de los observadores.
En una conferencia en 1818, Turner dejó claro el valor primordial de la luz en la pintura: «Por lo tanto, la luz es el color». No es sorprendente que aplicara este principio de forma magistral en sus obras. Por ejemplo, se dice que solía presentar a sus visitantes a un estudio sumido en la oscuridad antes de llevarlos a ver sus exposiciones, buscando así preparar sus ojos para recibir el asombroso juego de luces que emanaban sus pinturas.
Venecia de Venecia de William Turner, pintada en 1842. Imagen: Uig/Bildagentur-Online/Picture Alliance
Nacido el 23 de abril de 1775 en Londres, Turner se desarrolló en una era marcada por la Revolución Industrial, un periodo repleto de desafíos tanto económicos como sociales. Desde una edad temprana, a los doce años, comenzó a plasmar sus primeros paisajes que reflejaban sus observaciones del mundo. Su padre, un barbero que reconoció su talento innato, comenzó a exhibir y vender las obras de su hijo en su barbería.
A la edad de 14 años, Turner fue admitido como estudiante en la Royal Academy of Art en Londres, donde empezó a profundizar en la técnica de la acuarela. Su dedicación lo llevó a convertirse en maestro de perspectiva en la misma academia, transmitiendo su conocimiento y amor por el arte a una nueva generación. Sin ninguna duda, el viaje artístico de Turner es un testimonio no solo de su genialidad, sino también de su inquebrantable pasión por capturar la belleza del mundo que lo rodeaba.